(tomado de La Jornada, miercoles, 6 de agosto de 2014
http://www.jornada.unam.mx/2014/08/06/opinion/021a1pol )
Del discurso del odio en Israel
José Steinsleger
Hace unos días, en un diario de México, leí un sugerente artículo
suscrito por el kapo de la conocida franquicia de irresponsabilidad
cultural ilimitada, Vargas Llosa & asociados. El texto se llama El
discurso del odio, que en su primer párrafo dice:
“Sorprende y entristece el avance del discurso del odio. Su radical
intolerancia frente al otro, frente a lo otro, es característica de
los fanatismos de la identidad, ya sea religiosa, racial, nacional,
ideológica. Pero su hábitat preferido no es la fe sino la mala fe. Sus
armas son conocidas, y pueden ser letales…”
¿Cómo disentir de tan atinadas palabras? ¿Cómo no situarlas en el polo
opuesto del decreto religioso emitido por el rabino Dov Liot, conocido
por su apoyo a Baruch Goldstein, quien mató a 29 fieles musulmanes en
una mezquita de Hebrón (1994), y el asesinato, un año después, del
primer ministro sionista Isaac Rabin?
Liot vive en el asentamiento ilegal de Kiryat Arba (Cisjordania),
donde dijo que, con base en la religión judía, era lícito matar
civiles inocentes y destruir Gaza. Añadió: no hace falta cerciorarse
de que las personas atacadas son combatientes o civiles... cualquier
tipo de charla sobre humanismo y consideraciones humanitarias es discutible.
En Israel, Liot tiene muchos seguidores, no necesariamente religiosos.
Por ejemplo, la joven y bellísima diputada Ayelet Shaked, del Partido
Hogar Judío, escribió el 7 de julio pasado en Facebook: “… la sangre
de los palestinos debe estar en nuestras manos”. Y que esto también se
aplica a “las madres de los muertos terroristas que crían serpientes…”
Días después, el reportero danés Alian Sorensen cargó en Twitter las
imágenes de ciudadanos israelíes en una colina aledaña a la ciudad de
Sderot (vecina a Gaza), animando los bombardeos de precisión desde
sillas de plástico, y comiendo palomitas de maíz. Imágenes que ya
habían sido documentadas en un reportaje de Dinamarca TV2 durante la
operación Plomo Endurecido (2009).
¿Estaba entre ellos el reconocido académico Mordechai Kedar, de la
Universidad de Bar Ilan (Tel Aviv)? En un programa de radio, Kedar
declaró que “…lo único que prevendría un ataque suicida es que
supieran (los terroristas) que, de ser atrapados, su hermana o su
madre serán violadas”. Pero como Israel es la única democracia de
Oriente Medio, el entrevistador Yossi Hadar disintió del profesor:
“Suena mal –dijo–; no podemos tomar ese tipo de medidas”.
Kedar, sin embargo, sabía de lo que hablaba. Pues no es cosa que de
buenas a primeras cualquiera cuestione la excelencia académica de un
catedrático especializado en literatura árabe, que estuvo trabajando
25 años para la inteligencia militar de su país, especializado en
grupos islámicos.
Desde el frente de combate, lejano de los debates serios y profundos,
el soldado David Ovadia presumió, mediante Instagram, de haber
asesinado a 13 niños palestinos. Hoy he matado a 13 niños. ¿Será
verdad? Ah… ¡estos muchachos! ¿No habrán sido tres o menos de cinco?
Para evitar el discurso del odio, el periodista serio y responsable
debe cotejar sus fuentes, y no basarse, como dice el autor del
artículo referido, “…en testimonios aislados, unilaterales (y hasta
anónimos) sin respetar la máxima fundamental del derecho: la carga de
la prueba recae en el acusador, no en el acusado”.
Idem…atinado. Por consiguiente, sería calumnioso asegurar que todos
los judíos del Estado terrorista de Israel coinciden con sus
gobernantes. Porque el Instituto por la Democracia de la Universidad
de Tel Aviv y un sondeo del Canal 10 revelaron que sólo 85 por ciento
están satisfechos o muy satisfechos con el liderazgo de Benjamin Netanyahu.
Naturalmente, en la única democracia de Medio Oriente también hay
lugar para las discrepancias. El Ejército y el gobierno, por ejemplo,
discuten sobre la necesidad de prolongar la invasión, y el ministro de
Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, acusó a Netanyahu de titubeante.
No hay, en suma, que guiarse por los chismes que circulan en la web,
como los del portavoz de la policía israelí, Micky Rosenfeld, quien en
una entrevista con la cadena británica BBC afirmó que “…no existe
vínculo alguno entre Hamas y el asesinato de los tres jóvenes colonos
israelíes” (o sea, el pretexto para desatar el nuevo capítulo en
cámara lenta del holocausto palestino).
Lo importante es orientarse (eso sí, sin estridencia) por medios como
The Times of Israel, que informó de la recuperación de una lechuza
herida por el fuego de Hamas. ¡Pinches fanáticos islamitas! En su
edición del 25 de julio, el diario relata la hazaña de Ben, estudiante
de veterinaria, que encontró el ave herida y la llevó al zoológico
“…cuando disminuyó el fuego de cohetes de Gaza”. Ben está indignado:
¡la lechuza perdió un ojo y tiene el pico roto!
Y en medio de tanto discurso del odio, Jesse Rosenfeld (periodista del
sitio DailyBeast.com), entrevistó en Gaza a la niña Yasmine al Attar,
habitante de Gaza, de 10 años.
–¿Qué quieres ser de grande?
–No sé si viviré.
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