Carmen Lira en la línea de salida
Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
Varios juicios esperan a la presidenta del Consejo de Administración de
La Jornada, pero esta vez no se trata de inconformidades del Sindicato del
periódico, sino para que declare sobre las denuncias presentadas contra el
columnista Alredo Jalife Rahme Barrios por los delitos de lavado de dinero,
discriminación y evasión fiscal, que ya se encuentran radicadas en la unidad de
inteligencia financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la
Fiscalía Especial para delitos contra los periodistas de la Procuraduría de
Justicia del Distrito Federal y la Comisión para la prevención de la
discriminación del Distrito Federal.
No será la primera vez que Carmen
Lira Saade se vea en problemas por Jalife Rahme, quien dice tener segura su
permanencia en el periódico pues contribuyó con 25 mil dólares para su
fundación, los cuales asegura haber entregado a Carlos Payán y Guadalupe
Loeaza, así como por gestionar publicidad del Partido Verde y el Gobierno de
Chiapas, que se hace pasar como notas informativas en el periódico.
Sin embargo esto explicaría porque Jalife continúa cobrando en el
periódico a pesar de la demanda que ya le ocasionó a La Jornada, por haberlo
utilizado para insultar al historiador Enrique Krauze, y por apoyarse en este
diario para una campaña de insultos y misoginia que emprendió contra una mujer
llamada Diana, activista por los derechos humanos que se identifica en Internet
con el seudónimo La War.
En esa ocasión, y en tiempos simultáneos a aquellos en que Alfredo Jalife compraba dólares por valor de
cientos de miles de pesos, Carmen Lira Saade recibió en la dirección de La
Jornada a la activista y supuestamente lo conminó a moderarse, sin ningún
resultado.
Alfredo Jalife es el personaje emblemático de la lucha que tienen los
trabajadores sindicalizados de La Jornada, pues mientras ellos sufren recortes
en prestaciones, que tampoco son tan
exorbitantes como se quiere hacer creer, pues solo compensan situaciones como un sobresueldo cuando son
enviados a coberturas en zonas de riesgo, el autor de Bajo La Lupa, tiene en
ese solo medio salarios superiores a los del 99 por ciento de los mexicanos.
Carmen Lira tiene dos opciones, deshacerse de este lastre, o enfrentar
lo que la huelga de Sitrajor no consiguió: un cambio ya indispensable en el
Consejo de Administración de La Jornada, que ya se encuentra muy lejos de la
calidad y la objetividad que tuvo en los tiempos de Carlos Payán.
Cuéntame
cómo pasó. Televisión por teléfono
Un fenómeno digno de ser reseñado es el de la Aplicación Cuéntame cómo Pasó,
de Radio Televisión Española, que permite ver por el teléfono inteligente más de 300 capítulos de esta serie paradigmática y sorprendente a nivel
mundial, que empezó cuando el protagonista tenía unos 7 años de edad y lo sigue
siendo con más de 26.
La conseja de que nunca segundas partes fueron buenas, queda
completamente desechada con la calidad de una serie que reconstruye hasta ahora
la historia de España entre los años de 1967 y 1985. Capítulos como 70 minutos, que reconstruye los
atentados de ETA mediante la colocación de bombas adheridas al piso de
automóviles tienen un grado de suspenso como no se había visto desde las
películas de Alfred Hitchcock.
Otro de estos, Audiencia Pública, de la temporada 17, son thrillers
judiciales que de verdad no tienen nada que desmerecer comparados con los
mejores en la historia del cine, como JFK o 12 hombres en pugna.
Cuéntame cómo pasó es la serie que hizo visible la señal en México
de Canal 22 y sigue siendo uno de sus programas más vistos, pese a que ya solo
presenta repeticiones de hace más de 18 años. Desafortunadamente los derechos
no permiten que se pueda ver a nivel mundial, se da el caso por ejemplo de que
funcione en Chile, pero no en Argentina.
Afortunadamente en México sí es posible utilizar esta aplicación, para
quienes no tengan la oportunidad de contar con otros servicios de televisión en
línea, como BLIM, Claro Video o Netflix o incluso para verlos en forma
complementaria, pues Cuéntame cómo Paso se ha convertido en un referente no
solo de calidad argumental, actoral y probablemente la serie de más antigüedad
en el Siglo XXI, sino también en una maravillosa pieza de tecnología, con más
de 300 horas de transmisión disponible por teléfono.
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