LA PGR Y SU VERDAD SOSPECHOSA
Diario de un
Reportero
Ramsés Ancira
Jueves 12 de febrero
Es una de las concentraciones más
grande del talento de mujeres que se puede dar en nuestro país. Acaba de
terminar la función de Homéridas y Luisa Huertas, a nombre
de Ximena Escalante, Rosenda Monteros y Marta Aura, entre otras, lee un
manifiesto de la Compañía Nacional de Teatro que en resumen dice que en esta
sociedad no le creemos a la Procuraduría. Y sí, porque para empezar, ¿Dónde
están los residuos de las llantas? ¿Dónde el horno perdido en Acapulco?
El 7 de noviembre de 2014 el
procurador Jesús Murillo Karam presentó testimonios que aseguraban que un grupo
de jóvenes, la mayoría de los cuales
había muerto por asfixia, fueron bajados de una camioneta Pick Up de redilas
blancas donde habían sido apilados, que a los sobrevivientes, que eran menos de
la mitad, los hincaron y los mataron a balazos y que todos, los asfixiados y
los ejecutados, fueron quemados auxiliándose de llantas.
Pero de inmediato la verdad
científica desmintió a Murillo, primero porque no hay fuerza combustible en la
naturaleza, a menos que los Guerreros Unidos tuvieran a su disposición un
laboratorio de fisión nuclear que pudiera pulverizar el metal de las llantas y
las más de 1376 piezas dentales que deberían sumar los 43 cuerpos.
Ah, ¿pero no se acuerdan que los
detenidos dijeron que luego de quemar los cuerpos les ordenaron machacar los
huesos? Sí, como no. Nos acordamos, nada más que nos cuesta creer que hayan
tenido la paciencia de pulverizar más de 86 colmillos, 688 molares y premolares
y todo lo demás, sin contar que en Guerrero todavía gustan de incrustarse oro en
los dientes, aunque no tengan caries, o las prótesis dentales que alguno debió
tener.
La otra incógnita que no ha
podido despejar la PGR es que todo incendio atípico es captado por los
satélites de la NASA y en Cocula no detectó ninguno, pero sí otro a varios
kilómetros al sur de Iguala.
Andreas Eligium, un astrónomo
mexicano aficionado divulgó desde noviembre de 2014 el reporte satelital de la
NASA en el que no se detecta ningún calor extraordinario en Cocula, pero sí en
otro punto del mapa de Guerrero.
El periodista argentino Enrique
Gratas, en cuya experiencia profesional destacan entrevistas a varios
presidentes de Estados Unidos y a la asesina confesa de la cantante Selena, se
dio a la tarea de ubicar las coordenadas del incendio que sí encontró Eligium y
las encontró en Chilapa a 157 kilómetros al sur
de Iguala, recorrido que según Google Maps se hace por carretera en un
tiempo de 2 horas cinco minutos.
El video de Gratas, publicado en
diciembre por la cadena canal estrella tv y que ha sido reproducido casi en
medio millón de ocasiones puede revisarse en este enlace http://youtu.be/kyAiWqrnmp0.
Una de las preguntas que se
desprende es como pudieron llevar, digamos a una tercera parte de los 43
desaparecidos de Ayotzinapa, a lo largo
de una carretera federal de 157 kilómetros, sin que ninguna autoridad los detuviera.
Y antes ¿dónde y cómo se tomaron el tiempo de desollar a Julio Cesar Mondragón?
Cuestión que no tiene respuesta ni siquiera en la verdad sospechosa de la PGR
¿Y DÓNDE ESTÁ EL CREMATORIO?
Los cuerpos de 34 mujeres y 26
hombres fueron encontrados en un crematorio de Acapulco. Al menos ese era el
uso autorizado al edificio ubicado en la carretera Cayaco-Puerto Márquez, pero
¿Y dónde están las hornos?
Porque sí, ya sabemos que
cubrieron los cuerpos con cal para detener la putrefacción, que en varios casos
entregaron a los familiares restos de cemento, pero de lo que no hay noticia es
de dónde están los hornos que alguna vez estuvieron en ese inmueble y desde
cuando desaparecieron ¿los desmontaron clandestinamente y los volvieron a
montar en otra parte?
¿Es legítimo preguntar si
pudieron ser empleados para desintegrar los cuerpos de los normalistas?
Hay una cadena de realidades. El
funcionamiento de ese crematorio era responsabilidad del secretario de salud de
Guerrero, Lazaro Mazón, ex alcalde de Iguala y cercano a Jose Luis Abarca.
En lo que hoy es Taxco, Guerrero
nació Juan Ruiz de Alarcón, cuya obra capital (¿No es una extraordinaria
coincidencia?) se llama La Verdad Sospechosa
Científicos y artistas, algunos
de los mejores hombres y mujeres de México, como las que ahora representan
Homéridas para recordar como ardió Troya, se unen ahora para decirle a la PGR
como no creen que ardieron los estudiantes de Ayotzinapa.
Por cierto, de Troya se creía que
no existió, que fue una leyenda, pero basado en el poema épico de Homero el
arqueólogo alemán Heinrich Schliemann descubrió su existencia histórica.
Así que no nos extrañemos si la
verdad histórica no se descubre en los
boletines de la Procuraduría General de la República o por las promesas de amor
eterno entre la cúpula castrense y el poder ejecutivo, sino por la tenacidad de
una sociedad entrenada desde el Siglo XVII por un amigo de Cervantes, Juan Ruiz
de Alarcón, quien nos enseñó sobre La Verdad Sospechosa.
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