Esa mierda a la que llaman “Justicia Mexicana”
Diario de un Reportero
Ramsés Ancira
A Miguel Ángel Osorio Chong y
Patricia Mercado
A las comisiones de derechos humanos
de la Ciudad de México y el Estado de
México:
El análisis es sin costo y quizá oportuno para explicar porque el PRI
perderá las elecciones en el Estado de México en 2017, las federales en
2018, y el PRD virtualmente será borrado
de la Ciudad de México.
Si Bill Clinton dijo para explicar la causa de los problemas
estructurales de Estados Unidos “Es la economía estúpido”, en el México del
2016, es de sentido común que es esa burla cruel que llaman “Justicia Mexicana”
es la causa de toda nuestra rabia; y de que como votantes, los que votamos, nos
aferremos a clavos ardientes para elegir a los menos malos, con tal de cambiar
las estructuras que hoy por hoy nos hacen uno de los países más injustos del
planeta.
En el Estado de México perderá el
PRI las elecciones de 2017, porque según el INEGI, seis de cada 10 mexiquenses
han sido víctimas de la corrupción. A nivel nacional, de todas las quejas de
abuso de autoridad, el 78.9 por ciento se
debe a la extorsión de policías y
ministerios públicos. El 21.8 de las personas que fueron víctimas de corrupción
en juzgados o tribunales, muy probablemente sufrieron antes cohecho de policías y ministerios
públicos.
En la Ciudad de México perderá el PRD porque son incontables los casos
de personas extorsionadas que derivan en el encarcelamiento de inocentes, en
una cadena en la que participan agentes del Ministerio Público, jueces que
sentencian sin conocer a sus víctimas y que no se auxilian de investigadores
para verificar las acusaciones, sino que mecánicamente dictan sentencias
basadas en códigos que no distinguen
verdades y mentiras.
Es tan malo el trabajo de los jueces penales en México como si
pusiéramos datos en una computadora, la alimentáramos solo de las acusaciones y
de las penas máximas establecidas en los códigos y así se emitieran las
sentencias. Aun así sería preferible que
fuera una máquina y no el que se considera un ser humano, el que decidiera la
suerte de las personas.
Peor aún, sería posible que las sentencias dictadas por programas de cómputo,
fueran más humanitarias que las que dictan esos jueces de consigna.
Los lectores de este espacio han conocido la historia de Víctor Manuel
Cervantes, un indígena oaxaqueño al que una joven le pidió ayudarla
con una mochila en el metro Chabacano y al que dos estaciones al
poniente, en Centro Médico, acusaron de haberse robado algunos celulares.
Pues bien, el abogado de oficio que le asignó el gobierno del Distrito
Federal le aconsejó que se declarara culpable y que de esta manera obtendría
más rápido su libertad. Resulta que no,
que el juez determinó que no alcanza fianza. Al parecer los otros dos jóvenes,
los que sí habían cometido el delito ya están libres.
Se solicitó y obtuvo el apoyo de
la Comisión de Pueblos Indígenas para revisar este caso. Se asignó un abogado
penalista, pero hasta el momento no hubo resultados, Víctor Manuel ya no está
en el área de ingresos del Reclusorio Oriente, donde había recibido el apoyo y
protección del subdirector, quien también se asume como indígena oaxaqueño. De
seguir las cosas como están, este joven de 23 años, al que le gusta la historia
y mandaba todo lo que ganaba vendiendo tacos, para el mantenimiento de sus
abuelos de 84 años, pasará mucho tiempo más en reclusión. Ahí aprenderá, por
ejemplo, que vale seis mil pesos alquilar equipo que bloquea la señal de GPS de
los autos que transportan valores para facilitar el asalto.
Y es que si alguien piensa que los reclusorios que dirige Patricia
Mercado en la Ciudad de México ofrecen una mínima posibilidad de capacitación o
rehabilitación, pecaría de inocente. A lo más que pueden aspirar los presos es
a un lavado de cerebro de los testigos de Jehova o de grupos católicos. Es lo
más que puede ofrecer el estado “laico” que dicen representar el gobierno
federal o el capitalino.
Un caso ejemplar más: Un
arquitecto va manejando su auto por calles de la Ciudad de México. Se le
empareja otro auto donde viaja una atractiva mujer, quien le pide ayuda para
encontrar una dirección. Calles adelante la mujer lo señala como responsable de
robarle una bolsa. Le pide dinero para no acusarlo. Mientras se averigua, pasa
2 meses en prisión.
Ese es el día a día de la justicia en México. No es que odiemos al PRI
(bueno, no todos) no es que odiemos al PRD, es una cuestión de sobrevivencia.
Es agarrarnos de lo que podamos. Si el PAN pone un ladrón a gobernar Sonora, la
esperanza está en el PRI, si el PRD utiliza a la Secretaría de Movilidad para
saquear a los capitalinos, y Patricia Mercado es un fracaso como secretaria de
gobierno, hay que ver si Morena puede defendernos.
Ya no podemos votar sólo en
congruencia con nuestra educación o nuestros principios. Es cuestión de ver
cómo podemos sobrevivir o mantenernos libres. Son derechos básicos que el
sistema de justicia penal mexicano, y los que nombran a sus jueces y
ministerios públicos, ya no nos garantizan.
Comentarios
Publicar un comentario