LA GLOBALIZACIÓN Y LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA


Enrique Bautista Villegas

A partir de la década de los ochenta, del siglo pasado, se ha desarrollado el llamado proceso de globalización. Este se ha caracterizado por la desaparición de las fronteras en el ámbito comercial. Hoy las sandalias de plástico fabricadas en China, los electrodomésticos coreanos, los celulares Nokia, manufacturados en Finlandia, y los aguacates michoacanos, se consumen en cada rincón del mundo. 

La globalización ha también permitido el libre flujo de capitales en el ámbito internacional. Para atraerlos, ya sea como inversión externa o como fuente de financiamiento público,  la mayor parte de las naciones que compiten por ellos, les han generado estímulos fiscales excesivos. Hoy los grandes capitales han desquiciado el orden político doméstico en prácticamente todos los países al imponer sus reglas, por encima de los intereses locales.

Los administradores de los flujos de capital trasnacionales han construidos alianzas en prácticamente todas las naciones con grupos de poder económico y funcionarios públicos locales. Así observamos cómo a pesar de haber sido los causantes de la crisis financiero- hipotecaria originada en los Estados Unidos, pero con impacto global, salieron fortalecidos, junto con sus aliados locales, dejando de tras de sí una estela de desempleo y pobreza entre las grandes mayorías de todo el planeta.

El poderío supranacional de los capitales sin frontera, ha deteriorado enormemente la democracia en todo el mundo, sobre todo en las naciones dependientes, ya que al imponer sus intereses empobrecen a la población y facilitan su sometimiento, a cambio de dadivas que alivien sus necesidades más ingentes. 
Este fenómeno se ha hecho presente cada día con mayor fuerza en nuestro país. Los capitales sin frontera se han asociado con los más poderosos grupos económicos nacionales, que a su vez protegen sus intereses, imponiendo sus prioridades a representantes populares y funcionarios públicos que trabajan para ellos, y no para los de las grandes mayorías.

Así, la crisis financiera mundial está dando paso a una crisis de pobreza, que a su vez está induciendo una crisis en los valores y prácticas democráticas. 

Hoy, el derecho de los ciudadanos a elegir libremente a sus representantes se ha coartado. Hoy el voto se ha transformado en mercancía. Así como los flujos financieros compran voluntades de representantes populares y funcionarios públicos de alto nivel, sus intereses asociados en los niveles locales compran la voluntad de cada vez más ciudadanos, quienes por hambre y necesidad se ven obligados a cambiarla por: un bulto de cemento, una despensa, o un plato de lentejas.
 

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