Eduardo Valle visto por si mismo y por otros

Tomado de la Revista Forum en Línea

Nota del editor de nueva UPD: Eduardo Valle fue el último presidente de la Unión de Periodistas Democráticos como organización nacional. Después de sobrevivir a un cáncer de hígado mediante un tratamiento alternativo parecía haber recuperado la salud cuando murió intempestivamente, logró beber moderadamente pero no dejar de fumar. Cáncer de pulmón fue el diagnóstico fatal
* Lo atacó el cáncer de pulmón que desconocía padecer * Hace seis años sufrió cáncer de hígado * El primero acabó finalmente con su vida a los 64 años * Murió en Matamoros, sede del cártel del Golfo al que combatió
Francisco Salinas Ríos / Agencia Nacional de Noticias
El Búho era un esforzado que escribió su última columna La Cuadratura del Círculo, ya aquejado por el cáncer en el pulmón que no atinó a reconocer pues consideró que se trataba de un cuadro gripal que le comentó a su amigo Francisco Salinas Ríos, director de Agencia Nacional de Noticias (ANN), que distribuía su columna a los periódicos El Debate, en sus cinco ediciones de Sinaloa, Tribuna de Campeche y Por Esto! de Mérida, Yucatán.
Fue el 26 de abril cuando me comentó que no había querido dejar de escribir su colaboración, pero que no le alcanzó para las dos cuartillas que regularmente hacía, pero cumplió y entregó intitulada La encuestitis, en la que atinadamente analizó una de las encuestas sobre los presidenciables que se realizaron la última semana de abril: “Veamos un caso concreto de estos días. La intención del voto para López Obrador crece; ya hace actos concurridos y festivos en Monterrey. Está ya a la puerta del segundo lugar. Y si Josefina Vázquez Mota no afina su equipo y deja de cometer errores de primaria, entonces la va a rebasar. Y pronto”.
El Búho me comentó: “Hice lo que pude, pero ya no más”, cuando le extrañó que fuera tan corta la columna de ese jueves, pero no le dijo lo que le ocurría, pues no alcanzó a reconocer que el cáncer lo estaba acosando nuevamente y que lo acabaría, pues fue hasta el viernes cuando una de sus hermanas lo visitó en su casa –estaba separado de Carmen– y lo encontró convulsionándose.
Carmen fue avisada y acudió a ver a su esposo, quien lo llevó al hospital, donde lo atendieron pero salió enseguida para ser cuidado por ella en su casa el sábado y domingo, le trató de levantar el ánimo, le dio de comer –comía poco–, pero ya empezaba a padecer incontinencias, ya no podía caminar y tuvo que se auxiliado por su esposa, quien lo bañó “para que se sintiera limpio y a gusto”, comentó Carmen.
Sin embargo, el lunes 30 se agravó y lo llevaron al Hospital General de Matamoros (Pumarejo), donde le atacó una insuficiencia respiratoria por lo que se le administró oxígeno, pero no fue suficiente, pues uno de los médicos que lo atendía le dijo a Carmen que su estado estaba avanzado y que tenía 95% de probabilidades de morir y sólo 5% de sobrevivir. Luego empezaron a fallarle los riñones.
Hablé con su esposa Carmen la mañana del 3 de mayo extrañado porque había hablado a la casa de Eduardo el 27 de abril y no había tenido respuesta y tampoco los días siguientes, hasta este día en que me respondió su hoy viuda y me explicó lo que estaba pasando y que era inevitable el desenlace fatal.
Carmen recordó que en 2005, hace seis años, El Búho padeció de cáncer en el hígado, cuando estaba exiliado en Harlingen, Texas, donde fue tratado por un oncólogo que le planteó hacer un trasplante que se realizaría en Houston, y que era muy costoso, algo que Valle no podía cubrir, a pesar de las maledicencias de sus enemigos y de los ignorantes que rumoraban que tras su gestión como fiscal especial de la Procuraduría General de la República (PGR) había salido millonario. Además, Búho nunca quiso operarse.
El galeno le dio otra alternativa: un tratamiento con medicamentos que estaban prohibidos en Estados Unidos pero no en México y simultáneamente unas inyecciones que le tocó a su esposa aplicárselas en el ombligo. “Las pastillas eran para el sida”, dijo Carmen.
Al mismo tiempo, por recomendación de su amigo Raúl Álvarez Garín, fue tratado simultáneamente por un médico homeópata que le aplicó un método alternativo. “Cuando se le hizo un estudio para conocer el estado del cáncer de hígado, se descubrió que se le había encapsulado y que no volvería a padecerlo”, comentó Carmen, quien subrayó que se le prohibió a Eduardo volver a tomar, algo que no hizo caso, aunque nunca en exceso. “Lo que si ocurrió fue que nunca dejó de fumar, fumaba mucho”, recuerda.
Carmen Aranda reveló sorpresa por el padecimiento por el que fallecería Valle: cáncer de pulmón, algo de lo que ni ella ni Eduardo conocían, aunque sospechó que el exceso con el cigarro pudo haberlo ocasionado. “Fue algo que ya padecía y que no nos dimos cuenta, porque su deceso fue muy rápido, en sólo ocho días murió. Empezó el jueves 26 de abril y terminó el jueves 3 de mayo.
“Todo fue muy rápido, no se quejó, no sufrió de dolor, aunque si desmejoró físicamente porque adelgazó mucho”, lamentó Carmen, quien no supo cómo fue que tuvo cáncer, aunque quiso explicarlo con una eventual metástasis del cáncer del hígado, algo poco probable.


Fue colaborador de Jorge Carpizo en la Procuraduría General de la República  y murió pocos días después que este. Las muertas de Juárez uno de los casos que investigó

Finalmente, Eduardo Valle El Búho, dejó de existir en el Hospital Pumarejo a las 13:20 horas del jueves 3 de mayo.
¿Quién fue El Búho?
Eduardo Valle fue un escritor reconocido como “certero, agudo, lleno de gran convicción”, pero como periodista y columnista político se distinguió por ser heterodoxo, que no se ajustaba a ningún patrón en el análisis de la realidad política nacional –también lo hizo de la internacional con su columna Los Buenos Vecinos, en la que analizaba la relación entre Estados Unidos y México–, materiales que distribuyó la ANN con la que colaboró desde 1995. No mostró respeto por los políticos y siempre los cuestionó sin miramiento.
Eduardo Valle Espinosa estuvo casado en primeras nupcias con Rosa María Padilla, con quien procreó tres hijas: Eréndira, Irene e Itzel.
El Búho dispuso que a su muerte no se le hiciera ningún tipo de ceremonia luctuosa u homenaje.
Eduardo Valle fue un irrespetuoso como estudiante, como político, como escritor y como periodista. Nunca buscó el dinero ni enriquecerse –fue asesor del titular de la PGR Jorge Carpizo, en una dependencia de donde se salía millonario– y sufrió para cubrir las necesidades de su esposa y su hija, a quienes siempre dedicó todos sus ingresos como columnista de la ANN y del periódico El Universal. Sin embargo, los ingresos que obtenía nunca fueron suficientes y murió prácticamente en una austeridad republicana.
Semblanza de propia mano
“Nací el l0 de marzo de l947 en el barrio de La Merced. Mi madre era maestra de primaria (Celia) y mi padre (Cosme) un trailero bastante exótico. Hablaba un inglés perfecto, sabia italiano. Y luego de recorrer cientos de kilómetros (algunas veces me llevaba en los carros nodriza de los primeros ‘vochitos’ que entraban a México, o en las pipas cargadas de parafina), se instalaba en un departamento que tenía hoyos como ventanas (lo juro) y se dedicaba a escuchar opera y leer historia sobre los mayas y las civilizaciones precolombinas.
“Asistí a una escuela primaria en Balbuena (primero: escuela Estado de Tamaulipas; infancia es destino, diría Santiago Ramírez) y luego (lo juro) en la escuela Rosa Luxemburgo (en Amores 33). Cuando cursaba sexto año, la escuela cambió de nombre: Al honroso e ilustre de José María Mata. Ya graduado, busqué entrar nada menos que a Iniciación Universitaria: nada más y nada menos que la Prepa Dos en la calle de Licenciado Verdad. Ahí unos cuantos cursábamos la secundaria y la prepa (curso de dos años) en un mismo edificio y ambiente. Creo que mi número en la UNAM es 5900329, más lo que se agregue ahora por razones burocráticas. Ahí pasé siete (¡siete!) años en lugar de los cinco reglamentarios. Era muy vago (llegué a vivir en el estacionamiento de la esquina de la Prepa por algunos meses). Pero Cosme un día me rescató y regresé a mi casa. Y entonces estudié. Pero no lo suficiente: Reprobé Etimologías Griegas y Latinas. Y eso impedía mi pase automático a la Escuela Nacional de Economía (para estos días ya era miembro de la Juventud Comunista de México, junto a Pablo Gómez, Bonfilio y Joel Ortega, y declarado enemigo de mis antiguos ‘amigos’: Los porros de la banda de Arias, El Doopy, El Malhecho y El Cachuchas. Total: Tuve que presentar examen ‘a título’ en Etimologías. Pero eso fue de pesadilla: La sinodal era la responsable del libro básico en etimologías. Y casi nos presenta el examen en griego. Éramos como setenta en el examen.
“Pero esa mujer, anciana y maravillosa: Comprendía que de ese examen dependían las vidas de setenta o más vagos. Así permitió copiáramos de su libro de la manera más cínica y descarada posible, luego de que yo le explicara nuestra situación. Ella lloraba (estaba rompiendo con todas las reglas de su vida). Otros también llorábamos, porque sabíamos que la habíamos librado y llegaríamos a Ciudad Universitaria. ¡¡Uppa!! Llegamos la gran mayoría; sólo los que no supieron copiar reprobaron. Así demostró su amor inmenso esa maestra, por unos cuantos sinvergüenzas, seguramente inservibles y buenos para nada.
“Comenzó la grilla en serio. Economía en CU. Eppa; rodeado de ultras ‘soft’, espartacos, nada más; faltaban años para que emergieran Los Enfermos, quienes (ellos sí) eran de armas tomar: Te mataban por ‘reformista’. Total: Entre Marcelino Perelló, Gilberto Guevara y con apoyo de La Chata Campa (hija de Valentín) y de Raúl Álvarez Garín, la Juventud Comunista pudo recuperar prestigio y liderazgo. Éramos los peses (Partido Estudiantil Socialista de Economía), aliados a los pescados de Ciencias y, en menor medida, de los de Políticas y Filosofía. Para 1967 éramos una de las fuerzas políticas principales en el campus universitario. Con seguridad: La más coherente y organizada. Y eso nos daba una gran fuerza al interior de la burocracia de la Juventud Comunista.
“Decidí cambiar de aires: Tenía un tío (Héctor) en Culiacán, Sinaloa. Para allá me fui, bajo la solemne promesa de no meterme en política ni en líos. Jojojojojo. El primer día que llegué a la Universidad Autónoma de Sinaloa, Liberato Terán, de la Federación de Estudiantes me reconoció, y ahí comenzó otra etapa de mi formación como ‘agitador profesional’.
“Comunista y subversivo. No lo hacíamos mal: Con Jesús Jacobo Michel en la presidencia de la FEUS y con los Terán, Burgueño un formidable oradory Jorge Medina Viedas, en unos meses éramos una fuerza política que el gobierno del estado tenía que considerar en serio. Todo era maravilloso. Hasta que algo sucedió: El tío de Jorge Medina, un periodista importante, publicó un artículo donde hablaba de los principales comunistas en Sinaloa. El primer nombre era el mío. Mi tío Héctor se enfureció. Y me quitó la mesada. Llegó un momento en que tenía que cruzar la calle donde se encontraba la casa de asistencia donde vivía, para que campesinos afiliados al Partido Comunista, o compañeros de la escuela o (mucho mejor aún) lindas, hermosas universitarias (burguesas todas ellas; bien burguesas, pero requeté lindas) pagaran las tortas de pierna con las cuales mataba el hambre. Eran los días de la cantina El Quijote. Llegó el momento cuando tuve que regresar a la ciudad de México.
“Tomé el autobús de regreso a la gran ciudad el 23 o 24 de julio de l968. Total, para el día 26 de julio tenía pensado saludar a mi antiguo patrón Tetsuhiko Hayama, de los Almacenes El Sol, en Circunvalación y Fray Servando (siempre he sospechado que amaba a mi madre; no hay otra explicación para que aguantase uno tras otro, a cuatro de sus hijos en la tienda). Y resultó que el autobús pasó por la Alameda Central exactamente ese 26 de julio de l968. Al ver la manifestación pro Fidel de inmediato me bajé del camión. Y ahí comenzó otra etapa de mi formación como agitador profesional, comunista y subversivo.
“En Economía se formó el Comité de Lucha; Pablo Gómez y Joel Ortega se encontraban en algún lugar del Extremo Oriente. Y entonces la JC me impulsó como integrante del Comité de Lucha, primero. Y, luego como integrante del Consejo Nacional de Huelga. Debo recordar que no estaba matriculado ni en la ENE ni en la Escuela de Economía de la UAS. Pero por algún designio extraño, llegué a tener esos dos votos (ENE y FEUS) en el CNH. Obvio: Un agitador profesional, de 22 años. Por eso, cuando en el Campo Militar Numero Uno, allá por mediados de octubre, me preguntaron por mi razón de ser, les dije: ‘Agitador profesional’. Nadie me acusaría de mentirle a los mecanismos diazordacistas de ‘justicia’.
“En el CNH descubrí era un buen orador. Resultó que el CNH me escogía para pronunciar (sobre la base de líneas discutidas, pero con libertad individual para poner y quitar frases, y hasta párrafos en mis discursos) los mensajes más importantes.
Recuerdo que el 13 de septiembre (de 1968), día de la manifestación del silencio, fui el orador final por parte del Consejo Nacional de Huelga.
“Todo era muy difícil por las brutales respuestas de Gustavo Díaz Ordaz. Me costó mucho trabajo ese discurso y dije que podrían masacrar a los estudiantes y al pueblo, pero nunca podrían convencernos de vivir amordazados y de rodillas.
“La tarde del 2 de octubre de 1968 fui uno de los oradores y presencié la matanza que se realizó contra los estudiantes, se me detuvo por el Ejército y se me recluyó en el Campo Militar Numero Uno, de donde me trasladaron al Palacio de Lecumberri, donde de fui preso político desde 1968, y donde conviví con David Alfaro Siqueiros que también lo era. Estuve en prisión hasta 1971”.
Como dirigente estudiantil, Eduardo Valle dijo: “Yo cumplí un papel, lo cumplí bien, me siento bien”.
Eduardo Valle Espinoza fue apodado en La Merced El Buho, porque de niño era gordo, chaparro y usaba gafas.
Valle se graduó en la Escuela Nacional de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Maestro universitario, fue cofundador con Heberto Castillo y Demetrio Vallejo del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT); del Mexicano Socialista y de la Revolución Democrática. Como dirigente del PMT ocupó una diputación federal a finales de los años 80.
A principios de 1993 fue asesor del procurador General de la República, Jorge Carpizo, hasta que el presidente Carlos Salinas de Gortari lo nombró secretario de Gobernación, a principios de 1994.
Desde esa posición conoció todos los secretos del narcotráfico y de las mafias que en México y Estados Unidos lo controlan.
Durante algunos años residió exiliado en Estados Unidos por amenazas contra su vida de los cárteles de la droga por su trabajo como asesor del procurador Carpizo. Y recientemente vivía en Matamoros, Tamaulipas, cuna del cártel del Golfo, al que combatió durante 1993.
En 2007 padeció un cáncer terrible, muy difícil, que le provocó un cansancio recurrente, aunque durante cuatro años pudo hacer colaboraciones periodísticas.
Colaboró como articulista para la Agencia Nacional de Noticias, desde 1995, que distribuyó su columna La Cuadratura del Círculo a los periódicos El Debate de Culiacán, Mazatlán, Los Mochis, Guasave y Guamúchil. Además de Tribuna de Campeche y Por Esto! de Mérida, Yucatán. También lo hizo con su otra columna, Los Buenos Vecinos.
Fue columnista del periódico El Universal y colaborador de Diario del Istmo de Coatzacoalcos, Veracruz, y de Vanguardia, de Saltillo, Coahuila.
Valle escribió varios libros, uno de ellos es El segundo disparo. La narcodemocracia mexicana, en el que denunció que los planes políticos de Carlos Salinas de Gortari, la muerte de Luis Donaldo Colosio y la narcodemocracia son piezas de un mismo rompecabezas: la llamada Familia Feliz, que desde por lo menos 1984 puso en marcha su estrategia transexenal; inició la estirpe de La Banda de Los Pinos, la que controlaba el tráfico de drogas y se relacionaba con los cárteles.
Fue el primero en dar a la luz pública la existencia del cártel del Golfo, con sede en Tamaulipas y presencia operativa en una docena de estados más, bajo la dirección de Juan García Abrego. Denunció a los funcionarios relacionados con el narcotráfico y con la muerte de Luis Donaldo, pero sucedió lo mismo que con el libro Los señores del narco, de Anabel Hernández, que ha denunciado a quienes son los grandes señores (empresarios y políticos) relacionados con el tráfico de drogas y con los capos de los cárteles en México y no ha pasado nada.

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