Paren de intentar robarle a Bernie Sanders su bandera roja -y la mía-

 Por Ramsés Ancira, basado en la traducción del artículo de JJ Goldberg

El diario de los judíos progresistas de Estados Unidos The Forward, ha dedicado recientemente dos artículos importantes al candidato socialdemócrata Bernie Sanders, en uno de ellos habla de "desjudaizarlo" para quitarle uno de  los impedimentos que le permitiría ser presidente de los Estados Unidos: no  ser cristiano; en el otro artículo, de como se le ataca por su pasado comunista.

Forward recuerda el conflicto que para John F. Kennedy representó el catolicismo de la familia de la que formaba parte, problema de imagen pública que venció sólo por el respaldo de otros ex presidentes demócratas que le brindaron su apoyo.

Jonathan Jeremy Goldberg, ex editor fundador de la publicación, comenta que han querido cerrar de un portazo la candidatura de Sanders llamándolo comunista porque participó en Kibutz, en los que se izaba tanto la bandera azul y blanca de Israel, como la roja y negra de la hoz y el martillo.


Imagen Wikimedia Commons

"Yo estaba pasando el año en un  programa pre universitario de liderazgo en mi grupo de jóvenes sionistas Habonim. Esa primavera encontró al Kibutz inmerso en un debate entre los que reverenciaban con idealismo el ícono israelí y la bandera roja del socialismo. ¿Deberían ondear juntos desde lo alto de los silos donde se acumulaba el grano, cuando se celebrara el 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo" dice Goldberg, recordando 1968.

"A lo largo de Israel, durante décadas,  los Kibutz habían ondeado la bandera rojinegra al lado de la azul y blanco con la estrella de David. Después de todo representaban la marca del socialismo democrático en contra de todas las dictaduras. Había adoptado carta de naturalización en el Partido Laborista inglés, así como entre los socialistas franceses, alemanes, italianos y daneses. También ondeo en muchos partidos de trabajadores e instituciones de Israel como estado. Seguramente no había institución más democrática que el Kibutz socialista y la bandera roja era símbolo de esa democracia.

"Pero en 1968 las cosas habían cambiado. Habían pasado unos pocos meses desde la Guerra de 6 días cuando Israelí enfrentó a tres ejércitos árabes, armados y aconsejados por soviéticos, sobre la manera de exterminar al Estado Judío.

"En los primeros años tras la Revolución Rusa, esperaban que se podía probar el nacimiento de una mejor sociedad. Para la década de 1950 desaparecieron los últimos vestigios de esperanza, incluso entre los fanáticos más resistentes. En 1967 el disgusto se transformó en odio.

"Esto ocurría en los Kibutz, inmersos completamente en los partidos de trabajadores y en los sindicatos, entramos a una crisis de identidad, la mitad del movimiento  quería quedar completamente desasociado de cualquier cosa que nos involucrara aunque fuera ligeramente con el Kremlin. Nadie lo quería más que los jóvenes de los kibutz que acababan de regresar de la guerra. La otra mitad insistía, un hombre de edad avanzada me dijo: no podemos permitir que nos roben nuestra bandera"

Así, dice Goldberg, continuamos enfrentando nuestra propia crisis personal de identidad: "Después de todo era mi movimiento, el sionismo de los trabajadores, el que había construido al Estado Judío".

"La dura verdad es que todas mis certezas se mezclaron en confusiones y contradicciones, Mis héroes de infancia habían sido David Crocket y David Ben Gurion. Ya para la secundaria entendía que en Estados Unidos habían dividido el mundo entre capitalistas buenos y comunistas malos, sin espacio para el término medio o la tercera vía, que se había demostrado y convertido en parte de la rutina del bienestar sueco y de  las comunas de los trabajadores israelíes"

Por todo ello, concluye Goldberg, la injusticia que representa para el candidato Bernie Sanders, quien participó alguna vez en una experiencia en Kibutz, etiquetarlo tan simplemente de comunista.

Dejo la voz de Goldberg para retomar la propia.

Bernie Sanders está cautivando a una generación de jóvenes nacidos a finales del Siglo XX y principios del XXI que votarán por primera vez. Se trata de muchachos que conocen más a Homero Simpson que los carteles del Che y la música de Jimmy Hendrix o las comunas hippies que formaron parte de la juventud de los idealistas del siglo pasado.

Estos muchachos universitarios del Siglo XXI, que están aterrados de no poder continuar pagando sus estudios en colegios particulares, están encantados con el discurso de Sanders, de que la crisis se genera en Wall Street y sus ganancias especulativas.

Hoy mismo en México, los historiadores que estudiamos teoría económica y vemos los ciclos de crecimiento y estancamienento, estamos coincidiendo en que las crisis no solamente no se pueden prevenir, sino que se provocan a conveniencia.

Dice la teoría que el mercado está sobre calentado y hay que enfriarlo ¿Cómo? Pues vamos a poner el dinero más caro. Suena lógico ¿no?

Pero no se trata de no adquirir hipotecas. Ya la gente las está pagando. Ni de evitar las tarjetas de crédito, quienes pueden tenerlas ya las tienen. Lo que va a ocurrir ahora es que los que deben, deberán más y los que prestan, ganarán más y acumularán más riqueza. Si llega otra gran crisis lo que pasará, y no se necesita ser economista para prevenirlo, es que en los vasos comunicantes de las clases medias y bajas, habrá más transferencias a los bancos y los dueños del dinero.

Esto es lo que evitaría mejor Sanders, como presidente del país más poderoso del mundo, que si llegara Hillary Clinton.

¿La primera mujer presidente de los Estados Unidos o el primer presidente no Cristiano de los Estados Unidos, para colmo de orígen judío y socialdemócrata? Eso es lo que tienen que decidir los poco ilustrados votantes americanos. Nada más, ni tampoco nada menos. El problema es que de la forma en que decidan su problema, dependerá el futuro de muchos más.



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