Tlatlaya, tras las huellas de Ayotzinapa. Primer borrador para reportaje colectivo
De libre publicación, completo o en partes, para quienes crean que el periodismo puede ser un instrumento de justicia
TLATLAYA, TRAS LAS PISTAS DE AYOTZINAPA
Por Colectivo Nueva Unión de Periodistas Democráticos
Se llama Agustín, es coronel, le apodan El Chamuco, ha sido aludido en distintas informaciones como responsable de las ejecuciones en Tlatlaya pero no ha sido citado a declarar. Se le podía encontrar (ya no) en la 102 Zona Militar construida en Santa María Rayón en terrenos cedidos por el entonces gobernador Enrique Peña Nieto, con Alfredo Castillo como subprocurador.
Agustín es originario de Guerrero, estuvo comisionado en la violenta zona de Teloloapan, primer centro poblacional importante de la zona de la montaña en donde se produce la mayor cantidad de goma de opio del país y luego en la 102 Zona Militar, bajo el mando del general José Luis Sánchez León quien estaba a cargo de la jurisdicción militar cuando ocurrió el fusilamiento de 15 personas, con tiros precisos, por la espalda, a la altura del pecho.
El coronel Agustín, aludido pero no identificado en varios espacios periodísticos http://www.jornada.unam.mx/2014/10/15/politica/013n1pol fue el orador en la ceremonia del bicentenario de la independencia celebrada en la 102 zona militar. Alfredo Castillo, hoy comisionado en Michoacán debe conocerlo bien porque en su carácter de subprocurador de justicia del Estado de México fue el representante oficial en la ceremonia.
Este militar, cuya nueva asignación se desconoce, estaba comisionado en los alrededores de Teloloapan cuando aparecieron dos hombres descuartizados sobre los cuales apareció un cartel que a la letra dice: “Secretario de la defensa y marina ahí les dejo su cena de navidad para que vean quien es la verga de Guerrero, mientras me divierto viendo sus pendejos elementos que me mandan en sus operativos. A mí me la pelan y les doy 24 horas para que se retiren si no los voy a empezar a matar en emboscadas pinches corporaciones de mierda, con su padre nunca van a poder. Atte. El pez
“El pez” y el “Señor Fresa” son dos hermanos de apellido Hurtado Olascoaga que son bien apreciados por los habitantes de la zona de Tierra Caliente compartida por Michoacán y Guerrero. Los aprecian porque consideran que son quienes los defienden de los abusos militares.
El seis de diciembre de 2013, antes del desmembramiento de los oficiales a quienes les colocaron la amenaza dirigida a los titulares de las fuerzas armadas, fue asesinado en el poblado de Palos Altos, Guerrero Mario Urióstegui Pérez, director de Tránsito Municipal del Ayuntamiento, suegro de Johny Hurtado Olascoaga, también conocido como El Pez o el Señor Mojarro.
A mediados de 2014 el coronel Agustín, habló con los pobladores de la montaña de Guerrero y les ofreció armarlos para que se protegieran de la guerra que estaba por venir entre los cárteles de Los Rojos y Los Guerreros Unidos. La población civil se negó y solicitaron a un hermano de “El Pez”, apodado el Señor Fresa, que les quitara de encima a El Chamuco, lo que ocurrió unas semanas más tarde. Esta vez lo enviaron a Tlatlaya, ubicado más o menos a una hora del cuartel de Santa María Rayón
Tras la masacre de Tlatlaya, confirmada por el criminólogo José Luis María Contreras a partir de fotografías filtradas por el propio ejército o la procuraduría estatal a la agencia de noticias del Estado de México MVT, en noticia citada por José Cárdenas (https://lastresyuncuarto.wordpress.com/2014/09/), se sabe que el primer alto mando militar que llegó al lugar de los hechos fue el coronel Agustín, alias El Chamuco.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha reclasificado la masacre de Tlatlaya, entre cuyas víctimas hay una jovencita de 15 años como “Violaciones Graves” y así lo ha informado a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Erika Gómez González. Asesinada en San Pedro Limón, Municipio de Tlatlaya
En la Tierra Caliente de Michoacán los carteles del narco y algunos militares tienen en común su desprecio a los chilangos, como nos llaman a los habitantes del centro del país. No consideran las decisiones del centro como legítimas y se las avienen solos para proponer y acaso decidir a sus jefes castrenses.
Pero Tlatlaya fue antes de Iguala y una buena investigación se tiene que empezar desde el principio
Una buena fuente de información está en los corridos que se cantan en Arcelia, Guerrero y la veracidad o no de los hechos puede ser fácilmente dilucidada por el general Salvador Cienfuegos, Secretario de la Defensa Nacional, en México.
https://www.youtube.com/watch?v=b_L1f5xuvxk#t=17
Seguir la pista de El Chamuco puede ayudar a esclarecer no sólo los crímenes de Tlatlaya y Ayotzinapa, sino los perpetrados contra soldados de otro ejército, el eclesiástico, como el del sacerdote comboniano John Ssenyondo, encontrado en una fosa de Iguala y el padre del padre Ascensión Acuña
El padre Ascensión fue una de las víctimas colaterales. Como a todos los habitantes de la región le pidieron "derecho de piso" una cuota para dejarlo trabajar. A él un poco más alta por ser cura, 200 mil pesos. Les aseguró que no tenía el dinero, que su única posesión era un automóvil por el que se transladaba por caminos de terracería para dar bautizos y ungir a los moribundos. Lo mandaron a venderlo, entregó el dinero y con eso le concedieron su derecho a irse.
El 25 de septiembre, un día antes de la noche negra de Iguala, el cuerpo torturado del padre Ascenscion apareció flotando en un afluente del Balsas
En la Diócesis le habían asegurado que ya las cosas estaban tranquilas, que podía regresar a su ministerio. Alguién en el ejército eclesiástico es un ignorante o un cómplice.
TLATLAYA
Esta información procede de un blog del Estado de México: Según una versión del teniente de Infantería, Omar Lugo León, acusado junto a otros cinco soldados de filtrar información a La Familia sobre el movimiento de los militares, Hurtado se había encargado de comprar, a cambio de un pago de 140 mil pesos, toda una red de soplones dentro del Batallón 102, a partir de mayo del 2010, y que alcanzaba media centena de personas. Según el teniente Lugo, conoció a Hurtado en Amatepec, durante un encuentro de futbol. Allí le propuso el plan anterior, pero no era la primera vez que el narcotraficante se encontraba cerca de los militares.
La participación delictiva de los miembros del Ejército en Tlatlaya había sido documentada por Miguel Ángel Granados Chapa en la columna Plaza Pública del 9 de octubre de 2008, cuando se refirió a hechos ocurridos dos meses antes en el poblado de San Pedro Limón.
“Al mediodía del lunes 18 de agosto pasado, el tianguis que se sitúa al lado del templo parroquial en San Pedro Limón, un poblado en el municipio de Tlatlaya, distrito de Sultepec, estado de México, fue interrumpido de manera brutal. Llegados a bordo de tres vehículos, una veintena de individuos con el rostro cubierto y con vestimenta de tipo militar disparó sus armas, AR-15 y AK-47 contra la pequeña multitud que trajinaba en el lugar. Murieron por lo menos 23 personas, niños y adultos, y decenas más resultaron heridas. No pareció que buscaran a alguien en particular, contra el que dirigieran su ataque. Su blanco era gente común y corriente, desconocida de los agresores. Se cree que no todos se marcharon al concluir su estúpida y sangrienta acción, sino que algunos de ellos se quedaron en la zona para tener control sobre lo que allí ocurriría”,
Con ser excesivo, no fue eso lo peor. Rato después de la inesperada embestida, que dejó pasmados a los sobrevivientes, quienes no acertaban a decidir qué hacer, llegaron al lugar otros vehículos, esta vez ocupados por miembros del Ejército. Éstos retiraron los cadáveres, recogieron los casquillos y limpiaron la escena. Despojaron de sus teléfonos celulares a los espantados vecinos y visitantes y se las arreglaron para hacerles saber que era preferible que no se supiera nada de lo ocurrido. Quizá disuadieron también al personal de la agencia del Ministerio Público, incluidos agentes ministeriales, que supieron de los hechos pero no cumplieron sus funciones, pues no se inició averiguación previa alguna" Narraba el periodista.
El 29 de junio de 2014 "El Chamuco" habría estado estaba comisionado en Tlatlaya. Ese día se dio el reparto de utilidades de la goma de opio que se había traído de su anterior comisión en Teloloapan. Un sólo kilo hubiera reportado 60 mil pesos. Suficiente para una celebración.
Pero en San Pedro Limón no hay mucho que se pueda hacer con 60 mil pesos, a no ser cartones de cerveza, tequila y comprar sexo.
Pero pese a lo que haga parecer el alcohol, no todas las mujeres están en venta, al menos dos de ellas no lo estaban, son hermanas o hijas de alguien y ese alguien puede ser miembro de la Familia Michoacana.
En algún momento de la orgía alguien irrumpió, alguien vigilaba y se produjo el enfrentamiento. Murieron 7 de los pobladores, sobrevivieron 15. Se rindieron.
Sabían demasiado. Las pruebas forenses indican que los mantuvieron de rodillas al menos media hora mientras tomaban una decisión. Esta fue la de ejecutarlos. Luego les colocaron las armas para hacer parecer que estaban disparando. Los combatientes no caen dejando acomodada su arma en simetría con su cadáver
Después de Teloloapan y Tlatlaya nadie sabe cuál es la nueva comisión de El Chamuco. Seguramente en la Secretaría de la Defensa Nacional alguien podría informarnos.
La segunda masacre de Tlatlaya ocurrió meses antes de la noche negra de Iguala. Investigar la primera puede resolver también lo que aún no se sabe de los de Ayotzinapa.
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