La misión imposible, de la fuga imposible de Joaquín Guzmán
·
El protocolo fantasma tras la fuga de
Joaquín Guzmán
Por Ramsés Ancira
De una prisión de alta seguridad
no se ha fugado nadie en ninguna parte del mundo a no ser en las películas de
espías que implícita o explícitamente hablan de la CIA, como la zaga Bourne o
Misión Imposible. Para que Joaquín Guzmán Loera haya salido de la cárcel por un
túnel solo se me ocurren dos razones: o mantenerlo encerrado destaparía
secretos que desestabilizarían estados o partidos políticos, tanto en México
como en Estados Unidos, o la idea es “abatirlo” en una nueva versión de la Ley
Fuga.
Las evidencias del tráfico de
drogas como forma de obtener financiamiento que no pase por la aprobación del
Congreso de Estados Unidos, son ampliamente conocidas a partir del caso
Irán-Contras, antes de que George H.W.Bush y su hijo George W. Bush ocuparan la
presidencia de ese país.
Dos periodistas, primero uno
mexicano, Manuel Buendía, y luego uno de Estados Unidos, Gary Webb,
documentaron la participación de la CIA.
El agente de la DEA (Agencia
norteamericana contra las drogas) Enrique Camarena Salazar estaba haciendo un
excelente trabajo, tanto que la CIA tenía el temor de que hubiera descubierto
que las drogas que se traficaban desde México servían para financiar a la
contrarrevolución en Nicaragua. Esta información es proporcionada por el propio
ex director de la Operación Leyenda de la DEA Héctor Berellez, y se puede
confirmar en esta exclusiva del periódico El Economista http://eleconomista.com.mx/sociedad/2015/07/09/cia-traiciono-enrique-camarena.
Manuel Buendía fue asesinado el 30
de mayo de 1984. Camarena Salazar fue secuestrado el 7 de febrero de 1985. En
la madrugada del seis de julio de 1988 fue asesinado de cuatro tiros en la
cabeza Francisco Xavier Ovando, responsable de un sistema independiente de
recuento de votos de la elección presidencial. A la madrugada siguiente
se cayó el sistema oficial de recuento de votos de la Secretaría de
Gobernación, encabezada por Manuel Bartlett Díaz cuando iba ganando el
candidato Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Cuando se reactivó el recuento ya
estaba arriba, y nunca bajó Carlos Salinas de Gortari.
Después del asesinato de Manuel
Buendía los criminales huyeron en una motocicleta y se ocultaron en la
Dirección Federal de Seguridad, dependencia a cargo de José Antonio Zorrilla
Pérez, subordinado de Manuel Bartlett en la Secretaría de Gobernación, y a
quien luego se culpó de ser el autor intelectual del crimen del periodista.
Carlos Salinas de Gortari, un buen
amigo de la familia Bush, tomó posesión de la presidencia de México el 1 de
diciembre de 1988. Durante su administración se cometieron cientos de crímenes
de carácter político, destacando el del Cardenal Juan Jesús Posadas
Ocampo el 24 de mayo de 1993. Posadas llevaba un portafolio que se presume
contenía información sobre los vínculos de la extrema derecha jalisciense con
el tráfico de drogas. La entregaría al nuncio papal Jerónimo Priggione.
A Posadas no se le hizo autopsia.
La versión oficial fue que había sido víctima de un fuego cruzado cuando un
grupo de narcotraficantes quiso matar ¿puede adivinar a quién? A Joaquín Guzmán
Loera, el único ser humano sobre la tierra que ha logrado fugarse dos veces de
sendas prisiónes de alta seguridad, vigiladas con dispositivos electrónicos,
sensores de movimientos que debieron detectar cualquier excavación y cámaras de
video en los baños y celdas, donde uno de los métodos comprobados de
tortura es tener las luces prendidas todo el tiempo y mantener desnudos a los
rehenes, al menos en las primeras semanas de reclusión.
En su momento, una testigo se
presentó voluntariamente a declarar sobre el asesinato del Cardenal Posadas.
Dijo que ella había llegado a una casa en la calle de Mar Egeo, en un barrio
residencial de Guadalajara, porque una sirvienta le pidió ayudarle a lavar y
planchar ropa.
Dijo también que ahí escuchó a
gente muy bien vestida decir que se las iba a pagar ese Cardenal Posadas. La
mujer que los escuchó, Catalina Rivadeneyra, fue calificada por la Procuraduría
General de la República de padecer de verborragia. Supuestamente la
familia que vivía en esa casa de la calle de Mar Egeo se fue a vivir a Estados
Unidos. La PGR nunca nos dio a conocer su apellido, actividad ni las razones de
su exilio
Según la revista Forbes, Joaquín
Guzmán Loera, de quien intencionadamente hemos omitido aquí él apodo de
“El Chapo” por considerar ofensivo usarlo en cualquier caso y para cualquier
persona, era uno de los hombres más ricos del mundo. En ningún momento,
desde que se le reaprendió, hasta más de 500 días después cuando se fugó
por segunda vez, supimos que se le hubiera decomisado un solo dólar. Tampoco le
preguntaron su opinión o sí tenía alguna información sobre la presunta
confusión cuando mataron al Cardenal Posadas, cuando en realidad iban por él.
En México se habla de la Ley Fuga,
una costumbre policiaca de los tiempos en que se fundó el Partido Nacional
Revolucionario consistente en pedirles a los detenidos que corran para después
masacrarlos por la espalda. En México, también, se discute por estos días si la
palabra abatir es o no un sinónimo para aniquilar.
Seguramente Guzmán Loera ya
dispuso que en caso de que sus allegados no tengan noticias de él, abran los
documentos que podrían mostrar que las fugas imposibles solo pueden ser
posibles con la intervención de la más moderna tecnología y poder político. Es
fácil caer en el lugar común de culpar al gobierno de Enrique Peña Nieto. Para
descubrir quien liberó a Joaquín Guzmán Loera y para qué, hay que mirar
más arriba, a los poderes supranacionales que controlan el tráfico de drogas y
a las compañías transnacionales que las sustentan. Piense en la CIA, o por lo
menos en Blackwater, fundada por Erik Prince, ex interno de la Casa Blanca
durante la presidencia de George H.W.Bush y contribuyente de la campaña
de George W. Bush con 168 mil dólares.
O piense en Cofer Black, hoy
vicepresidente de Blackwater y responsable de las operaciones antiterroristas
de la CIA durante la administración de George W, durante los atentados del 11
de septiembre. Sólo alguien de ese tamaño puede hacer posible el sueño de fuga,
la Misión Imposible, el “protocolo fantasma” detrás de la operación, si Tom
Cruise nos da licencia de usar su adecuado título.
Comentarios
Publicar un comentario