Le cambiaron el juez a Lady Encomendera

Diario de un Reportero


Por Ramsés Ancira


Los límites de las colonias Portales Norte y Portales Sur están delimitados en buena parte por los edificios que construyó en la década de los sesentas un señor español, Tomás Tarno Barro, a quien no se puede culpar por su visión comercial. De hecho, cientos de personas recuerdan con afecto la memoria de su ex arrendador, pero no es el caso de quien ahora se ostenta como albacea de sus bienes, lady encomendera, Beatriz Tarno Ozcariz.
La muerte del señor Tarno pasó desapercibida para sus inquilinos, quienes no fueron informados de su deceso, pero hubo un detalle que reveló su pérdida. Una pareja, ya de ancianos, desapareció súbitamente del vestíbulo donde reposaban del trabajo que realizaban como porteros de Antillas 320. Tras varias décadas de servicio ¿los indemnizaron con alguno de los más de 60 departamentos que poseía la supuesta sucesión? No, simplemente los echaron sin pensión, ni jubilación que se conozca. Muerto el  patrón, su presunta sucesora reclamó los bienes, pero se desentendió de los derechos de los  trabajadores.
La encomienda Tarno Ozcariz
Otra portera que los sucedió, también fue despedida a los pocos meses y ahora trabaja en el departamento de limpia del gobierno de la Ciudad de México. Meses después la portería fue ocupada por dos mujeres que también se fueron de improviso.
Los rumores dicen que huyeron después de cobrar las rentas del edificio y desaparecieron, sin embargo en los archivos judiciales aparece un juicio de arrendamiento que aparentemente  las menciona.  Al parecer la judicialización es la forma que tiene la encomendera de los edificios en ambos lados de la frontera de  Portales Norte y Portales Sur.
Como durante años la compra de ministerios públicos, judiciales y jueces le funcionó, la señora Tarno Ozcariz  siguió disimulando así las deficiencias que pudiera tener su cuestionada herencia; pero acaba de tener una inesperada causa de preocupación, el cuarto juez que sí  atendió sus requerimientos para una posible distorsión de las leyes, luego de que otros tres, uno civil y dos penales, desecharon sus intentos de soborno, ha sido removido de su cargo.
Parece ser que el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal tiene una sensibilidad especial para manejar crisis en ciernes. No suele dar castigos ejemplares, pero si cambia de posición a los jueces cuestionados Así lo demostraron los colegas documentalistas Roberto Hernández y Layda Negrete en el filme  clásico de la injusticia mexicana Presunto Culpable.
Poco o nada sirvió este documental al gobierno de Miguel Ángel Mancera, en lo que se refiere a la denuncia de hacinamiento en el reclusorio oriente. Al fin los presos no votan. (Por cierto, dos secuestradores, uno de ellos reputado como mutilador, superó esta semana, considerablemente, el precio de la cuota para no permanecer en la celda todo el día, y cubrió lo  necesario para salir incluso hasta la calle. Le dicen El Fugas) Sigue habiendo hasta 30  presos por celda y la necesidad de dormir amarrado a las rejas o al excusado, ante la falta de espacio para tenderse.
Pero hablábamos del Tribunal, no de las prisiones capitalinas  que con tal displicencia administra Patricia Mercado, quien quizá prepara cochinito para su campaña a la jefatura de gobierno, cerrando los bebederos y permitiendo que se venda a 25 pesos el litro y medio de agua en la tienda oficial del reclusorio.
El caso es que algo vio mal el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal en el Juzgado Primero Penal de Delitos no Graves, pues ha decidido remover a su titular. Tal vez lo que vio mal es la decisión que tomó este juez a petición de la señora Tarno Ozcariz, de configurar un delito de fraude procesal que antes desecharon de plano dos de sus colegas, y antes un juez civil.
Si la justicia se logra, y así lo indican los datos de más de mil 200 fojas del expediente 136/2016; el nuevo titular del juzgado primero penal para delitos no graves desechará los infundios armados por la terrateniente con ínfulas de encomendera, Tarno Ozcariz, y entonces esta tendrá que demostrar plenamente los derechos que reclama  sobre los edificios de Antillas 320, Antillas 318, Alhambra 509 y varios de la calle de Ajusco, así como el pago de los impuestos correspondientes al cobro de rentas por varios cientos de miles de pesos al mes.
Si Tarno Ozcariz no confirma la legalidad de su posesión y el pago de los gravámenes correspondientes,  sería ideal que estos edificios, en lugar de ser cedidos para que otros  latifundistas construyan más moles,  que ahora abundan en la delegación Benito  Juárez, pasen a formar parte del patrimonio de la UNAM. El lugar luce ideal  para departamentos de estudiantes, que ahora viajan más de 5 horas al día en el traslado de  sus viviendas en el Estado de México a CU, y viceversa.
Después de todo,  la señora Tarno Ozcariz nunca quiso usar su cuantiosa fortuna para  estudiar o realizar algún  trabajo socialmente productivo.  Se quedó con el título, primero de señora de las Lomas, y a la muerte de sus padres, de Reyna de Polanco. Tampoco fue generosa, como lo fue este país con su padre, y al parecer tampoco pagó los impuestos correspondientes a sus muy  generosas utilidades.
En las redes sociales mexicanas se ha acuñado la palabra Lady para describir a las mujeres que piensan que su dinero es todo lo que necesitan para comprar la justicia. Me gusta la sabiduría popular.
En los límites de la hoy urbanizada colonia Portales, quedan resabios de las enormes haciendas que desde 1521 se repartieron los conquistadores españoles y sobre las cuáles una persona cree tener derechos de encomienda, ya entrado el Siglo XXI.
Bien aplicaría a ella el mote de “Lady Encomendera”.  Esta persona  ahora está muy preocupada porque le han remplazado al juez, que por decirlo de la manera más sutil, había “convencido”, ella sí, de montar un fraude procesal.
Disculpen si no le tengo compasión.
Jamás presenté un contrato que no me hubieran entregado en el arrendamiento de un bien inmueble, ni firmé en la parte que no me correspondía, como lo concluyó un perito honrado de la Procuraduría de Justicia de Distrito Federal hace más de cinco años. No, perdón, no tengo compasión por Lady Encomendera. La tendría si no hubiera echado a los ancianos mexicanos que sirvieron por décadas a su familia y acrecentaron su patrimonio. Pero ella, como sus ancestros en 1521, cree tener el derecho real, derecho de sangre sobre quintas e indios remisos. Alguien debe hacerle notar que ya pasaron siglos desde que desapareció la Corona.



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