La Historia de México que el Juicio se llevó


Diario de un Reportero

 

Ramsés Ancira

Al enterarme de la muerte de don Luis H Álvarez, empecé la búsqueda frenética de la entrevista que me concedió en la década de los noventas, donde  me hablaba de como tuvo que enfrentar la prisión por el delito de ser candidato a la presidencia de la república. Removí cajas, revisé archivos de la A a la Z, pero en ningún lugar encontré el DVD que era el único soporte de esa entrevista, tampoco estaban los de José López Portillo, Luis Echeverría, Miguel de la Madrid, José Sulaiman, José Luis Cuevas, Enrique Borja, y otros 15 personajes decisivos de la historia política y popular del Siglo XX.

En el despojo judicial que con mentiras armó la señora María Beatriz Tarno Ozcariz, improbable heredera de un edificio de la colonia Portales, quien en todo momento se negó a notificar de la muerte de su padre a quienes firmamos con él contratos de arrendamiento, no solo se afectó a una persona, sino a la memoria viva o reciente de mi país. En los meses recientes, después de que con motivo de mis estudios en la licenciatura en historia en la UNAM visité su archivo histórico, así como el del Museo Nacional de Antropología e Historia, había decidido donárselos para su catalogación y procesamiento. No tuve tiempo, el 12 de abril fui obligado a subir a un auto blanco sin balizar, conducido por agentes de la “policía de investigación”

Uno de los policías se comunicó vía celular con “la licenciada Lucía” para informarle “ya lo tenemos y va rumbo al reclusorio”. Cinco días después chantajearon a mis familiares para entregar el departamento que ocupaba. En el procedimiento, parece que se fueron a la basura más de 20 horas de material videográfico, de los cuales algunos fragmentos pueden conocerse si se busca en You Tube, “Ramsés Ancira, México en su Memoria”, pero la mayoría, en DVDs rotulados a mano, está ahora perdido. Otra parte, según sé,  forma parte del Memorial del 68 de la UNAM, quien la rescató de las transmisiones del viejo Canal 40, pero no es toda.

En 2010, cuando gané otro juicio a la misma demandante, Beatriz Tarno Ozcariz, debido a que el juez 84 de lo Civil no le reconoció la legítima propiedad del edificio que reclamaba, entregué los originales de cámara Betacam al ingeniero Rubén Reynaga Valdez, rector de la Multiversidad Mundo Real, y quien tengo la convicción de que compartía conmigo un profundo amor a México. Él ordenó hacerme la copia de los DVDs, ahora perdidos.

A mediados de marzo Rubén Reynaga me llamó por teléfono para encargarme un nuevo canal de televisión por Internet, estaría destinado a la educación, la cultura y la promoción del conocimiento de México a través del turismo. Teníamos para empezar más de 20 horas de mi serie México en su Memoria. Menos de una semana después Rubén Reynaga muere atropellado en Guadalajara.

Con todo y que el material por mi compilado y creado, tenía un valor más histórico que económico, bastaba y sobraba para cualquier reclamo de dinero que pudiera tener la señora Tarno Ozcariz, presunta heredera de una familia de ideología franquista, pero su intención siempre fue el despojo, no el dinero. A mí me quitó 19 días de libertad, mi equipo de video y unos 200 mil pesos que pagué de fianzas, mudanzas o que dejé de cobrar a través de la empresa Paradigma, mediante la cual produzco libros o videos que comparto gratuitamente, o a un precio simbólico en Amazon.

Pero México pierde testimonios invaluables sobre la participación de Luis Echeverría en las masacres de 1968 y 1971, los encarcelamientos de Luis H. Alvarez; la narración de Antonio Aguilar de cómo se lió a golpes con mexicanos que negaban su mexicanidad en el Sur de Estados Unidos; de Mónica Serna sobre el cine mexicano o de Gustavo Rojo sobre la aportación de los artistas e intelectuales republicanos al teatro y literatura  de nuestro país.

Hace unos años entregué a Enrique Krauze estos videos para que los copiara, pero tal vez por nuestras irreconciliables diferencias ideológicas sobre el tema de Palestina o la participación del PRI en los genocidios de 1968 a 1971, no quiso que trabajáramos juntos. Me devolvió los originales.

Ojalá que al menos conserve Krauze la entrevista de ese personaje neutral que es Luis H. Alvarez, no quiero un peso por ella, si se rescata un minuto de la memoria de México yo estaré feliz.

En cuanto a Beatriz Tarno Ozcariz, latifundista urbana, lo que la reparación del daño cuantifique después de largos juicios, es lo menos importante; pero lo que esta señora (que no supo aprovechar su inmensa fortuna para estudiar o crear cualquier cosa de provecho, en el país que acogió a su familia) le ha escamoteando a la historia de México, eso sí es invaluable, un delito de lesa patria apenas comparable al de los peores conquistadores y encomenderos.

 

 

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