Requiem por un buen mexicano
JAIME Y YO ÉRAMOS COLEGAS DEL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO DESDE 1998, COMPAÑEROS DURANTE LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS EN EL CONSULADO GRAL DE MÉXICO EN CHICAGO. A CONTINUACIÓN UNAS LÍNEAS BREVES SOBRE LA CALIDAD DE PERSONA QUE ERA JAIME Y LA FORMA EN LA QUE FUE ASESINADO, CON LA SÚPLICA DE QUE CONSIDERE PUBLICAR ALGÚN COMENTARIO SOBRE LO OCURRIDO.
ATTE.
EDURNE PINEDA
TEL EN EUA. 404.2662233 X 301
Lastima profundamente el asesinato del diplomático mexicano Jaime Almonte Borja. Quienes lo conocimos sabemos de su altísima calidad humana. Sabemos que era un hombre intachable, un gran amigo, un gran hijo y hermano, un gran colaborador y compañero. Jaime tenía nueve años y medio trabajando en el exterior en beneficio del país. Su muerte es una verdadera tragedia no sólo para la gente cercana a él, sino para todos. Tal como lo es la muerte violenta de cualquier inocente.
Jaime nació en el seno de una familia rural, en El Naranjo, Guerrero (Tierra Caliente), el 7 de diciembre de 1968. Hijo de padre migrante, quien participó en varios Programas Bracero y tuvo presencia familiar intermitente, su madre – Dona Otilia – tuvo que ocuparse de la crianza de siete hijos, labor que contaba él, desempeñó con gran entereza. Siempre atendió escuelas rurales y públicas, siempre con excelentes resultados académicos gracias a su dedicación, la misma con la que se condujo toda su vida. Me contó que muchos años tuvo que estudiar con velas y quinqués ante la ausencia de energía eléctrica en su comunidad. “Yo soy el vivo ejemplo del progreso que México ha tenido” me decía con frecuencia, muy orgulloso de su origen, de su país y de sus logros.
Estudió en la UNAM a la par de trabajar para poder cubrir sus gastos. Ingresó al Servicio Exterior Mexicano por concurso en 1998, desde esa fecha, también por concurso, logró ascender hasta el rango de Primer Secretario. De 1999 a 2001 trabajó en la Dirección General para África y Medio Oriente de la Cancillería; de 2001 a 2006 estuvo adscrito a la Embajada de México en Costa Rica, y a partir de agosto de 2006 y hasta su fallecimiento al Consulado General de México en Chicago, en los tres sitios se desempeñó de forma muy destacada. Era súper trabajador, súper disciplinado, austero, prudente, respetuoso, noble, tranquilo, era mi amigo y para mí un permanente ejemplo a seguir.
Jaime viajó el 31 de diciembre de Acapulco a El Naranjo para visitar a familiares en su pueblo de origen, junto con su hermana, madre y padre (de 92 años). Jaime condujo a sus padres y hermana al domicilio de una tía en el poblado contiguo de Las Anonas cerca de las 11pm el 31 de diciembre. En su camino de ida identificaron la presencia de tres camionetas "muy sospechosas". Jaime dejó a sus familiares en casa de la tía y rápidamente tomó camino de regreso hacia El Naranjo, en donde planeaba pasar el Fin de Año en casa de otros familiares. Sus familiares le pidieron que permaneciera con ellos, pero optó por regresar cuanto antes. Minutos después de su salida se escucharon balazos. Los familiares tuvieron que permanecer encerrados durante cerca de media hora hasta que los balazos pararon y confirmaron que los vehículos se habían retirado. Fue cuando la madre, la hermana y dos sobrinos de Jaime caminaron hasta el vehículo que conducía para encontrarlo muerto, solo, con cuatro balazos, dos en las caderas y dos en las piernas.
Cuentan que cuando Jaime salió de la casa de su tía volvió a toparse con las tres camionetas, en esta ocasión los sicarios estaban abajo de los vehículos golpeando a un joven (al parecer de 19 años) cuyo nombre ha aparecido en los diarios. Suponen sus familiares que Jaime trató de sobrepasarlos a toda velocidad pero los sicarios lo vieron y alcanzaron a disparar a su vehículo por detrás. Contrario a lo que los diarios han publicado, el joven golpeado no fue asesinado ni era pariente de Jaime.
El cadáver de Jaime tuvo que permanecer en casa de su tía en Las Anonas durante toda la noche del 31 de diciembre ya que no le fue posible a sus familiares lograr que alguna autoridad judicial entrara al pueblo a recuperarlo. Según lo que las autoridades han declarado, las entradas al pueblo estaban cerradas y no podían acceder. Hasta media mañana del día siguiente el cadáver de Jaime fue trasladado a Acapulco con el apoyo del gobierno estatal.
Jaime fue víctima de una agresión aleatoria, no dirigida.
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