José Cabrera Parra, QEPD
Ramón Ojeda Mestre Organización Editorial Mexicana 14 de febrero de 2011 |
Quizá ya le tocaba. Tal vez cumplió su ciclo con la mayor dignidad defendiéndose de la muerte en incontables padecimientos en hospitales y terapias. Fue un final largo y doloroso para él, pero lo afrontó con entereza. No perdió la lucidez y la memoria hasta el final. Lo importante es que tuvo una vida interesante y productiva. Deja innumerables escritos, reportajes, ensayos, libros y artículos de toda índole. Programas de radio y kilómetros de télex y faxes de sus reportajes por todo el mundo. Me siento agradecido de que me haya dado la oportunidad de compartir con él los pensamientos y proyectos de los últimos días de su existencia.
Como el libro de Zapata o de Jaramillo. Siempre le interesaron por su fuerza social y por su vinculación con su natal estado de Morelos al que amó y sirvió intensa y creativamente. Allí conoció a Isidro Fabela y luego a Hank y luego a todos los políticos mexicanos importantes de su tiempo, viajó con López Mateos, Díaz Ordaz y mucho con Echeverría. Conocía mil anécdotas y las manejaba con una precisión y acuciosidad impresionantes, fue un hombre muy culto en literatura y música. En gastronomía, todavía hace unas semanas comentábamos los extraordinarios libros de Andoni Luis Aduriz el mejor chef Vasco de todo el mundo y que se intitulan "Clorofilia" uno de ellos y el otro "Las primeras palabras de la Cocina, pequeño glosario gastronómico".
Era conversador "in extremis", pero jamás lo noté ofensivo con alguno, más le gustaba la broma picante y, hay que repetirlo, era un buen escritor además de increíblemente veloz en la máquina y en la computadora, al teclear disfrutaba exprimir los acontecimientos políticos, descubrir la intencionalidad o preterintencionalidad de los dichos y los hechos de los políticos a los que adulaba o molestaba con la misma facilidad y creo que no es una indiscreción decir que fue asesor de muchos de ellos.
En lo personal le debo muchas enseñanzas, oportunidades y favores, me presentó a amigos a montones, pues era sumamente cordial y amiguero. Sus poemas, poco conocidos, eran buenos y recuerdo que ganó un premio importante con sus versos. Formó una buena familia que supo sacar adelante con galanura. Las cenas y debates incendiarios en su casa de Chimalistac eran de antología. Nunca fue un hombre rico en lo económico, ni mucho menos, pero su casa mostraba los múltiples viajes por el mundo y los personajes que había tratado. Recuerdo su foto con Chou En Lai o con De Gaulle, con Kennedy o con Nehru, con figuras mundiales y con todos tuvo anécdotas aleccionadoras.
Al final, le quedamos a deber atenciones y arropamiento amistoso, apoyo económico, y valoración social por todo lo que significó para el periodismo, la cultura y el arte. Tal vez sólo Roberto Calleja, Cruz Zapata, Severo y algún otro, estuvieron pendientes de él en estos días fatales junto con sus hijos Pepe y Bernardo Cabrera, Macarena lo atendió hasta el final creo y seguramente el recuerdo de Fanny lo acompañó en sus últimos segundos de aliento.
Ayer domingo en su velorio vimos la multitud de amigos que llegaban por oleadas. Aun así, fueron pocos comparados con los que le apreciaron en todo el país. Coincidimos años en El Sol de México, pero también en otros medios, puedo decir que mi padre, don Ramón Ojeda Jiménez, me inculcó el periodismo, pero fue sin duda Pepe Cabrera junto con Rentería y Durán de Huerta los que me enseñaron el oficio editorial.
Sé que debería haber escrito antes para que él lo disfrutara, pero también intuyo que me hubiera regañado por la sintaxis y el enfoque, así que desde allá mandará las señales respectivas. Las recibiré con el cariño que siempre le tuvimos. Descanse en paz Pepe Cabrera y recordemos que no hay que llorar la muerte de un viajero, hay que llorar la muerte de un camino.
rojedamestre@yahoo.com
De: Edgar Gonzalez
ResponderEliminarFecha: 15 de febrero de 2011 07:40:42 CST
Para: Ramón Ojeda Mestre
Asunto: un abrazo
Estimado Ramón: Gracias a que tengo la buena costumbre de leerte los lunes, me
enteré que nuestro amigo José Cabrera Parra falleció días anteriores. Nadie me
avisó, y la verdad es que no tuve tiempo ni de hojear los pariódicos el fin de
esa semana, por si salió alguna esquela. Sabía que estaba enfermo, nunca supe de
que, y me hubiera gustado despedirlo, pero tal vez es mejor quedarme con el
recuerdo que tengo y que se mantendrá mientras viva. Un saludo y gracias por esa
espléndida cronica.
Hola,
ResponderEliminarLe escribo desde España, que es donde estoy residiendo actualmente, y le
quería agradecer muchísimo el artículo que ha dedicado a mi difunto
abuelo. Me ha hecho llorar y recordar, y de verdad que le estoy muy
agradecido por haber hecho este recordatorio a mi abuelo.
Ha sido un gran detalle que le tendré siempre agradecido.
Un saludo y un fuerte abrazo.
Pepe Cabrera Cuenca