La CNTE vs los 43

Diario de un Reportero

Ramsés Ancira

Lo intenté, lo juro que lo intenté. Intenté ver la noticia desde su perspectiva. Los acompañé a los plantones, escuché las difíciles condiciones en las que daban clase en escuelas sin techos, mucho menos baños. Aunque me indigné cuando vi el acoso al que sometieron al periodista Ricardo Rocha en tiempos de la APPO, en su propio hotel y con violencia, luego lo olvidé.

El 15 de septiembre de 2013 corrí con ellos cuando la policía federal desalojó el Zócalo, sentí el aroma picante de los gases, les vi derramar toneles de gasolina sobre las calles del Centro Histórico con la intención de crear una cortina de fuego y retrasar la persecución.




Que se entienda. Me han permitido estar entre ellos, grabarlos, entrevistarlos. En la Ciudad de México conocí a maestras heroicas. Cuando vi la película Conducta pensé que eso solo pasaba en Cuba, cuando escuché a las maestras mexicanas me di cuenta que la cinta isleña es casi ridícula en comparación con lo que tienen que lidiar nuestras profesoras.

Si allá un niño mantiene a su madre prostituta y adicta cuidando perros de pelea, aquí  los usan para llevarle alimento a los secuestrados;  las madres los golpean porque los consideran un estorbo para su satisfacción sexual;  los padres los rechazan porque su madre murió al darlos a luz; o difícilmente pueden concentrarse en las matemáticas por el acoso de los piojos o la comezón y  el olor de su propia mugre.

Claro, no hablo de todos, solamente de esas que forman pandillas inspiradas en la telenovela con personajes prostitutas de Canal 13, o aquellas niñas que después del calentón de la telenovela del canal 2, antes del noticiario, corren a la tablet  que les regaló el gobierno de Peña Nieto, para buscar películas XXX en conexión Wi Fii.

Ah. No, no estoy hablando de memoria, ni usando recursos literarios. Todo lo que menciono son experiencias reales y verificables. Parte de esto ha sido basado en el estudio del doctor José de Lara, en primarias del norte del país, donde predomina el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación  y del cual  puede leer más aquí: http://eldiariodechihuahua.mx/notas.php?seccion=Opinion&f=2015%2F05%2F31&id=2b0c0fe1d639a036feb567f4375888dd#.VWtWkt4AmDA.twitter,

El resto de los casos son hechos reales captados en una primaria al oriente de la Ciudad de México. No tan al oriente, tras  los límites de la Delegación Benito Juárez que es una de las de mayor promedio educativo en el país. Son experiencias de maestras de la Coordinadora Nacional de Trabajadoras de la Educación, que nada tienen que ver con esos aprendices de guerrilleros de la CNTE de Oaxaca y muchos de los de Guerrero. Esos que escupen en las cenizas desaparecidas de los 43 de Ayotzinapa, lucrando políticamente, y aprovechando que el gobierno no quiere encontrarlos, para en su nombre robar camiones, robar papelería electoral e incendiar vehículos de quien tiene la desgracia de encontrarlos a su paso.

Yo también creí que defendían su puesto de trabajo, yo también les di voz pensando que deseaban ser evaluados con criterios indigenistas y considerando la particularidad de un país que, como México,  no tiene un idioma oficial porque tiene cientos de lenguas originarias.

Pero no es así. Gran parte de los maestros de la CNTE en Oaxaca, Guerrero y Chiapas son, permítame el ex abrupto, unos pinches racistas. Violan a diario el Artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos considerando a sus alumnos seres inferiores, incapaces de entender a Faraday, o a Newton y Arquímedes porque eran occidentales y no conocían los usos y costumbres de los zapotecas o la cosmovisión de los mayas.

Ah no, no me equivoco. Estos de la CNTE tienen más en común con las camisas negras de Mussolini que con los maestros. Se sienten con el derecho de conculcar el derecho al voto de los ciudadanos, a decidir por ellos. No hay despropósito comparable en el mundo que el de los Sionistas que se sintieron con derecho a bombardear Gaza para castigar a los que votaron años antes por Hamas.

A estos señores de la CNTE,  al menos los de las secciones en las que se ataca a los maestros que están dispuestos a dar clases aunque sea en las calles;  a los que dicen que robando camiones de refrescos y de galletas se resuelve la desaparición de los 43, puede comparárseles no solo con los sionistas sino con los que destruyen monumentos históricos a nombre del Estado Islámico. No celebrar elecciones es igual a oscurantismo, es cancelar un procedimiento pacífico, es alentar a los que asesinan candidatos del PRI o del PRD. Ese es su discurso. Es el discurso de nosotros o el diluvio. El Estado soy la CNTE.

Creo haber entendido el mensaje de Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, cuando dice que ellos, los militares,  sí creen en la Reforma Educativa. Hubo un tiempo antes de las dos masacres de Tlatlaya (2008, 2014)   y la de Tanhuato, en que la milicia era confiable para gran parte de los electores mexicanos.  Hoy, sedicentes profesores de la CNTE quieren despertar a los gorilas con uniforme. Quieren víctimas, quieren caos, quieren cámaras y observadores de derechos humanos para luego manejar presupuestos del Sindicato.

Lucrar con los 43 es la peor indignidad humana. No veo brigadas de la CNTE recorriendo embajadas, haciendo oficios a la ONU o a la OEA, haciendo manifestaciones pacíficas ante los cuarteles de Atoyac o Cuernavaca donde pudieran haber llevado a parte de los estudiantes de Ayotzinapa.

No veo a las secciones de la CNTE en Oaxaca o Guerrero proponiendo iniciativas de ley para una educación bilingüe, no los veo gestionando ante la Comisión de Pueblos Indígenas de la Secretaría de Gobernación el respeto de las mineras canadienses para la Nación Wirikuta, no los veo a las puertas de la Secretaría de Turismo pidiendo atención a las ferias gastronómicas del Valle del Mezquital, o visitas, también en Oaxaca, a esas maravillas que son Hierve el Agua, en San Lorenzo Barradas, o a Monte Albán, o a ese insólito bosque de Cactus en la carretera que va de Tehuacán a Huajuapan de León.

Ni elecciones ni iniciativas en el Congreso para que México esté mejor. No es la CNTE, son dos o tres de sus secciones, pero tienen muy claro su propósito, destruir a México y que no se resuelva la desaparición de los 43, así tendrán pretexto. Leyeron a Maquiavelo: si conquistaste, arrasa y dispersa. Se les olvida que en México no queremos principados ni señoríos feudales, queremos una República y esa sólo se construye cuidando que las elecciones no sean fraudulentas, no eliminando las elecciones.


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