Caso Miranda Wallace: Otra Vuelta de Tuerca


Caso Miranda Wallace: Otra Vuelta de Tuerca

Ramsés Ancira




 
La señora Isabel Miranda de Wallace ha sido una heroína moderna desde que buscó, encontró y logró que se procesara a los presuntos asesinos de su hijo. Esta fama le permitió ser integrada a diversos organismos de seguridad pública, a una candidatura por el Partido Acción Nacional a la jefatura de gobierno del Distrito Federal y a convertirse en referente del poder ciudadano ante la ineficacia del poder público; pero nuevas investigaciones periodísticas han dado una vuelta de tuerca al caso, por el uso de torturas y ocultamiento de evidencias.

Hugo Alberto Wallace es el protagonista de la causa penal 35/2006. Lo que la opinión pública conoció en un principio es que se trataba de un respetable hijo de familia que fue seducido por una mujer joven y llevado a un departamento con el propósito de pedir rescate. Este joven padecía obesidad y esto podría haber sido una de las  causas de su muerte durante el secuestro. Los responsables habrían decidido cortar su cuerpo en pedazos en una tina y llevar los restos a enterrar en algún lugar clandestino.

Ocho años después los restos del cuerpo no aparecen; los detenidos aseguran que fueron torturados para confesar cosas que no ocurrieron; han aparecido documentos que sugieren que Hugo Alberto Wallace fue registrado varias veces con nombres distintos, documentos que prueban antecedentes penales. Lo más grave: hubo personas que aseguraron que se le supo vivo después del supuesto secuestro y después de declaraciones, incluso en medios públicos de información, súbitamente callaron; además una hermana de Isabel Miranda, Guadalupe, fue asesinada.

Más complicaciones aún: Hugo Alberto Wallace no lleva ese apellido por su padre biológico, sino por otro de los esposos de su madre, del que también se divorció, pero ¿Qué importancia tiene esto para el juicio? Una fundamental, los restos de sangre encontrados en la bañera del departamento donde supuestamente se descuartizó el cuerpo tendrían que ser cotejados con el ADN de su padre, lo que hasta donde se sabe no ha ocurrido.

Incluso suponiendo que en realidad sean culpables los presuntos asesinos en prisión, hay dos elementos más que preocupan a organismos de derechos humanos y que han sido enfatizados por la periodista Guadalupe Lizárraga, directora de Los Ángeles Press y Premio Nacional de Periodismo: el aislamiento de los detenidos y la tortura a la que fueron sometidos.

Brenda Quevedo

Una de las protagonistas de este drama policiaco se llama Brenda Quevedo Cruz. Ella, como José Revueltas  estuvo recluida en Las Islas Marías y posteriormente en un reclusorio de Nayarit, el mismo al que fue llevada Sandra Ávila “la reina del pacífico”, con la diferencia de que esta es considerada de alta peligrosidad por sus nexos contra el narcotráfico, mientras que Brenda no ha sido acusada por ningún otro delito.

La participación de Brenda habría sido la de servir como señuelo para atraer a un cine a la víctima, luego atraerla a un departamento y ahí privarla de su libertad, sin embargo esta tarea  fue atribuida en un principio a Juana Hilda González, esposa de Cesar Freyre quien fue uno de los primeros detenidos en torno al caso.

Pero Juana Hilda, quien vivía en el departamento donde supuestamente desmembraron al hijo de Wallace, entrevistada por el blog “Cárcel de Mujeres”, en un artículo  publicado en febrero de 2013, dijo que originalmente un testigo declaró haber visto al joven Wallace con una exuberante mujer rubia y de ojos verdes. Cuando ese mismo testigo la vio a ella, no la identificó como la misma persona



                                                                                    Imagen publicada en el blog Cárcel de Mujeres 2 de blogpress

A Brenda Quevedo se le ha mantenido aislada en un penal de Nayarit por faltas tan graves como hacer flexiones (es parte de una terapia de rehabilitación por lesiones en la rodilla sufridas durante tortura); haber bebido un trago del café de una compañera de celda, y gritar que le dolió después de que una enfermera le puso una inyección.

¿Cuál fue la sanción para tan “deleznables” faltas?: Más de 260 días sin poder recibir visitas, suficientes como para que se olviden elementos que podrían permitir su liberación inmediata.

Elementos como el hecho de que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos haya concluido en un informe de 2011, en base al Protocolo de Estambul, que Brenda Quevedo fue sometida a castigos crueles, inhumanos y degradantes.

El penal de las Islas Marías es únicamente para reos sentenciados, lo que no es el caso de Brenda, quien estuvo antes en un área conocida como La Borracha. Antes de que la trasladaran  al Centro Federal de Reclusión de Nayarit.

A Brenda, El 14 de octubre de 2010, la sacaron de su barraca y según le dijo después a su madre le colocaron un alambre electrificado en un dedo del pie, la golpearon con los codos, le presionaron la vagina con un puño hasta hacerla sangrar. Tres horas calcula que duró la tortura pidiéndole confesara su participación en el asesinato. No lo hizo

La razón para implicarla en el crimen es que Brenda fue novia de otro de los acusados, Jacobo Tagle Dobin. Supuestamente se conocieron a finales de 2004. El asesinato del hijo de Isabel Miranda fue cometido varios meses antes.



Juana Hilda González

La otra implicada en el caso, Juana Hilda González, quien proporcionó en los separos de la Procuraduría General de la República en la Colonia Buenos Aires del Distrito Federal los datos para localizar a César Freyre, alega también inocencia.

Sobre la manera en la que podía pagar un departamento en la calle de Fragonard, una zona de clase media alta de la Ciudad de México, alega que como bailarina del Clímax ganaba entre 40 y 50 mil pesos mensuales, no tenía problemas económicos y por lo tanto no tenía la necesidad de participar en secuestros.

Dijo además que coopero para que las autoridades para que estas aprehendieran a Freyre pero que ella sólo admitió su colaboración personal en el secuestro porque cuando estaba en los separos bajo arraigo le pusieron un teléfono celular y escuchó la voz de su hija en Aguascalientes, donde era presionada por otros agentes policiacos.

Tagle, Juana Hilda y Freyre, en careos o en declaraciones sin tortura, todos coinciden en exculpar a Brenda de cualquier participación en los hechos



Juana Hilda, ni rubia, ni de ojos verdes

Cacería de opositores

Organismos particulares de defensa de los derechos humanos en Canadá y Estados Unidos han buscado diversas inconsistencias en favor de los acusados en el crimen y las han encontrado; pero lo más evidente es la presión ejercida sobre diversos testigos cuyo testimonio se opone a la versión oficial de la investigación mexicana. Estas personas desaparecen de la escena con uno u otro pretexto, o incluso sin ninguno.

Entre el mes de marzo y mayo del 2010 estuvo en prisión la abogada Ambar Treviño Pérez, abogada de Brenda Quevedo, acusada por Isabel Miranda de Wallace de “Falsedad en declaraciones judiciales y en informes dados a una autoridad”. Además de responsabilidad profesional, según hipótesis de delitos cometidos por abogados.

El juez tercero de distrito no encontró elementos y liberó a la abogada, quien podrá conservar su cédula profesional.

Brenda Quevedo vivía en Estados Unidos cuando fue señalada por su presunta participación en el asesinato. Uno de los documentos solicitados para conceder la extradición fue la carta de no antecedentes penales de Hugo Alberto Wallace. Lo que presentó Isabel Miranda fue una hoja membretada del Gobierno del Distrito Federal, firmada por el fiscal antisecuestros de la Procuraduría. ¿Cuál es el problema? La PGJDF no emite cartas de no antecedentes penales. En la investigación de Guadalupe Lizárraga se aclara que tampoco la Procuraduría General de la República, esto es función de la Secretaría de Seguridad Pública. ¿Qué debería ocurrir? La inmediata liberación de Brenda Quevedo Cruz ya que fue deportada mediante la expedición de documentos probatorios falsos.

Tan falsos que, en efecto, Hugo Alberto sí tenía antecedentes penales, sin embargo si los tenía, supuestamente por contrabando

El agente del ministerio público Oswaldo Jiménez Juárez fue identificado por Tagle Dobin como su torturador al acudir a una audiencia en el Centro Federal del Reclusión Social de Villa Aldama Veracruz. ¿Qué cree que le contestó el juez? La grabación textual está en el sitio de Internet de Los Ángeles Press y aquí la transcribimos:

Ese tipo de cosas están ahorita fuera de la diligencia. No se ahorita quien es su (inaudible). Si ya ahorita lo identifiqué. Si hay algo que tiene que realizar en contra de él, creo este no es el canal idóneo, porque ahorita él está asistiendo como parte de esta diligencia. Entonces resultaría un poco contradictorio yo darle vista al ministerio público que está aquí presente, sobre una actuación de él mismo. Entonces sería prudente que esta petición me la hiciera llegar por escrito al juzgado y ya se la canalizaremos al lugar adecuado ¿De acuerdo?

Si el juez obró bien o mal negándole a Dobin la oportunidad de carearse con su torturador, el hecho es que él ya no tuvo la oportunidad de hacerle llegar al juez ese escrito porque de inmediato lo cambiaron a otro estado en otro punto cardinal del mapa, al CEFERESO 12 de Guanajuato.

A juzgar por la fotografía de Antonio García publicada en el periódico Metro de la Ciudad de México el martes 27 de julio de 2010 al ministerio público y presunto torturador Jiménez Juárez no le gustan mucho los medios de información.



Toda investigación policiaca sobre un crimen debe incluir preguntas a los amigos del presunto occiso, una de ellas era Laura Domínguez, quien le pidió a su pareja sentimental José Luis Moya que le ayudara a encontrarlo.

Este declaró ante autoridades policiacas locales y federales  que Hugo Alberto Wallace había hecho llamadas a Laura desde un teléfono celular después de la fecha que se le daba por muerto. Isabel Miranda de Wallace denunció que Moya había querido extorsionarla y entorpecer las investigaciones. No se supo más.

Por otra parte también se dijo en principio que un niño había visto como entre dos personas sacaban cargando del edificio de Fragonard a un sujeto inerte. Pero si esto hubiera sido así, entonces no hubo ningún cuerpo descuartizado.

Finalmente, es difícil de creer que en un departamento de una colonia tan aristocrática se pueda disparar a un hombre sin que los vecinos denuncien a la policía. La explicación sería que la causa de la muerte fue el infarto que sufrió al forcejear con sus captores, pero al no haber cuerpo localizado tampoco hay forense que pueda determinarlo.

 
Lo que la ciencia no ha podido confirmar

La señora Isabel Miranda de Wallace volvió a adquirir notoriedad por sus esfuerzos por evitar que fuera liberada Florence Cassez. Ella acompaño varias veces a los secuestrados a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para hablar con los magistrados y suplicarles que pusieran el derecho de las víctimas por encima del debido proceso ya que si bien en el de la francesa hubo varias fallas como la de recrear la liberación de las víctimas para la televisión, no dar oportuno aviso al consulado y también la tortura, nada de eso era prueba de que no hubiera participado ella misma en delitos que incluían la tortura también a un menor de edad, Ezequiel Elizalde.

Durante muchos años ha sido prototipo del valor ciudadano, primero al utilizar su empresa de espectaculares para colocar anuncios con las fotografías de los presuntos victimarios de su hijo, luego por el proceso al que los sometió y finalmente por su candidatura a la jefatura  de gobierno de la Ciudad de México.

¿Pero todo ello a partir de qué? De una gota de sangre y de un cabello que fueron encontrados en la tina de un departamento de la calle de Fragonard, en la colonia Insurgentes Mixcoac de la Ciudad de México.

¿Pero por qué una sola gota de sangre y un cabello? Si un cuerpo fue descuartizado en una tina no debería haber más evidencia que esa. ¿No tendrían que haber quedado sedimentos en la tubería?

La investigación policiaca no avanzó más allá. La escena del crimen fue pobremente custodiada y no por tiempo suficiente.

Otras pruebas sugieren que Hugo Alberto fue registrado en más de una ocasión por lo que podría haber obtenido incluso una nueva clave del registro de población, no con el apellido Wallace, que en realidad no le corresponde, sino con el de su padre biológico

Sin más pruebas que confesiones obtenidas mediante tortura, sin cuerpo del delito y sólo un cabello que incluso pudo haber sido sembrado, hay tantas posibilidades de que Hugo Alberto esté vivo, como de que no.

En todo caso cotejar el ADN del hijo de la señora Wallace con el de su padre sería un magnífico indicio.

Porque así es, el padre de Hugo Alberto está vivo, se llama Jacinto Miranda y la periodista Lizárraga ha identificado su paradero en Baja California

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