Con la tortura México lleva 8 años de catástrofe humanitaria
*La tortura no es para obtener confesiones, sino para quebrar la resistencia a las injusticias
Ramsés Ancira
La tortura en México sigue un
patrón que practican de la misma manera elementos de policías que de grupos
paramilitares o de fuerzas federales y en el caso de la tortura de carácter
sexual tiene las mismas características sin importar en qué estado de la
República se practique. Frecuentemente no se trata de una práctica para obtener
confesiones, sino con el deliberado propósito de lastimar o mandar un mensaje
de represión.
Estas fueron algunas de las
conclusiones en la conmemoración del décimo aniversario del colectivo contra la
tortura y la impunidad, formado por sicólogos y siquiatras para darles
atenciones a las víctimas de esta práctica.
Al conmemorar el Día
Internacional de las Naciones Unidas en apoyo a las víctimas de la Tortura, el
Colectivo de médicos emitió un comunicado en el que afirmaron que hace nueve
años, cuando cumplieron el primero de su fundación expresaron: quisiéramos haber celebrado con una velita
de esperanza que las procuradurías de impartición de justicia actuaran de
manera independiente e imparcial frente a la tortura cometida por las distintas
corporaciones policiacas de los tres niveles de gobierno y por el ejército (…)
sin embargo la situación no ha cambiado. Por el contrario se ha empeorado y
nuestro sueño de no ser necesarios no se ha realizado.
El colectivo se reunió en las
instalaciones de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, fundada
durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, donde sus miembros
expresaron la preocupación de que el mensaje llegue fuera de los intelectuales
de izquierda y del círculo de personas que ya están convencidas de que este es
un problema mayor del país, para que se resuelva lo que coincidieron en llamar
una crisis humanitaria.
Breve historia de la tortura
Carlos Fazio periodista y
catedrático de derechos humanos en la Universidad Autónoma de la Cuidad de
México señaló que la tortura se hizo más visible a partir de 1968, pero empeoró
en México al mismo tiempo que se conocieron los abusos de soldados de Estados
Unidos en la prisión de Abu Grahib.
Mencionó que fuentes del
pentágono estimaron en 150 mil el número de víctimas de la guerra contra el
narcotráfico durante la presidencia de Felipe Calderón y en 3 mil la cantidad
de personas desaparecidas, sin embargo es a partir de la presidencia de Enrique
Peña Nieto que los casos de tortura e impunidad han aumentado en un 500 por
ciento.
Según Fazio si se considera al
2006 como el año de agudización de la tortura en México, son ya al menos ocho
años de prolongación de una catástrofe humanitaria
Italia Méndez, una de las
víctimas de tortura sexual dio su testimonio. Dijo que se dedicaba a trabajos
de mejoramiento agrícola hasta que fue víctima de tortura sexual “Era como una
zombi hasta que recibí apoyo sicológico,
sino hubiera ocurrido así no sé qué habría pasado conmigo, tal vez estaría en
mi cama. Al hablar con otras mujeres -no sé si ocurra lo mismo con la violencia
sexual contra los hombres- pero me di
cuenta que con todas las mujeres se daba la misma forma de tortura, sin
importar de qué manera o en qué lugar de la República se haya presentado el
caso.
Valeria Moscoso es hija de
chileno y mexicana. Cuenta que cuando llegó a México quería devolverle al país
lo que hizo por su familia y buscó trabajo en alguna organización no
gubernamental. Asegura que lo primero que le sorprendió es que en un país que
fue tan generoso con los exiliados, el problema de la tortura fuera tan grave,
lo segundo que las organizaciones que luchan por los derechos humanos sean tan
celosas que no comparten información y frecuentemente adoptan a las víctimas
como si fueran suyas y no permiten el trabajo de equipos multidisciplinarios
para su atención. El Colectivo contra la Tortura y la Impunidad fue el espacio
en donde encontró el lugar para trabajar por los demás.
Valeria Moscoso |
Sobre la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
hubo coincidencia entre organizaciones civiles, víctimas y familiares de
personas torturadas en que sirve de muy poco o nada, pues aunque emita cientos
de recomendaciones, en la práctica prevalece la impunidad prácticamente en el
cien por ciento de los casos.
Finalmente Jacobo Silva Nogales,
una víctima de tortura dijo que durante siete meses fue incapaz de hablar del
tema de la tortura y ahora considera que es indispensable para todos los que
intervienen de una u otra manera en ella.
Para el torturador porque querrá
saber que huellas dejó su trabajo, ya que es una especialización, y querrá
saber de qué manera puede infligir más daño; y para el torturado para que se
tome conciencia del problema, con la esperanza de que algún día deje de
existir.
Dos generaciones en lucha por los derechos humanos y contra la tortura |
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