El mausoleo de Luis Echeverría Álvarez


10 de Junio de 1971



La cámara de Armando Salgado enfoca a un hombre tendido pecho tierra con un arma larga entre las manos

10 de junio de 2013

Entre los manifestantes ante las rejas de  la Escuela Normal de Maestros se encuentran varias personas más cerca de los setenta que de los sesenta años, uno de ellos es el maestro Cuauhtémoc Padilla quien fue testigo presencial de los hechos y vende un pequeño impreso con su crónica de los mismos. No quiere que olvidemos, desea transmitir el mensaje.

-          Fueron como 500 ó 600, perfectamente adiestrados, tanto en artes marciales (porque daban golpes de tajo) como con varillas con alma de hierro, como con armas de fuego. Disparaban incluso de aquí de los barandales hacia adentro, como si fueran conejos cazando a los compañeros.

 

10 de Junio de 1971

 

…arremeten contra los manifestantes. Luego se escuchan los primeros tiros e inmediatamente los gritos. Los golpes y las balas hacen que el largo gusano de gente se escinda en la desbandada.

 

Corro hacia una reja de la Normal que es necesario escalar….”

 

Una vez dentro de la normal es necesario pasar varias horas en un ambiente de terror, no hay nada que hacer mientras se escuchan los disparos en la Avenida de los Maestros.

 

Los halcones, entonces, también golpearon la esperanza de refundación de un movimiento estudiantil digno de tal nombre.

 

Son las palabras de uno de los sobrevivientes. Están contenidas en Memoria de la Izquierda de Editorial Cal y Arena, fueron escritas por el primer presidente del Instituto Federal Electoral, José Woldenberg.

 

San Jerónimo, al sur de la Ciudad de México. Finales del Siglo XX

 

-          ­Se les había ordenado que fueran a preservar que hubiera provocadores. Un grupo de estudiantes los vio y se pelearon. No hubo muertos

El hombre que está frente a mi luce un suéter blanco con franjas negras en los bordes, una camisa con tono azul celeste. Es Luis Echeverría Álvarez, quien ocupaba el cargo de presidente de México el 10 de junio de 1971.



 

Dice Enrique Krauze que tiene  muchas horas de entrevista grabada con Luis Echeverría. Puede ser, pero nunca las ha hecho públicas, así que en ese momento tengo la convicción de que será la primera vez que hable con el protagonista del “halconazo” ante una cámara profesional de televisión.

Durante más de 40 minutos ha hablado con una voz apagada, pero más tarde, en la sala de edición siento que se vuelve más inaudible cuando por fin llega el momento de preguntarle sobre el tema que más me interesa.

-          ¿Qué paso el 10 de junio de 1971?

-          Hubo una manifestación y el Departamento del Distrito mandó a los halcones que eran unos policías disfrazados yyyy llegaron con sus grandes estacas japonesas cuando les habían ordenado que fueran a cuidar que hubiera provocadores. Entonces los grupos de estudiantes los vieron y se pelearon. No hubo muertos. Fue una “catorriza” recíproca

Reproduzco sus palabras tan textuales como me lo permite la grabación de un micrófono de solapa que al parecer está mal colocado, en la solapa opuesta del lado al que mira Echeverría, pero no tanto como para que no pueda ser fielmente interpretado con las técnicas modernas de edición

-           ¿Pero los halcones no eran un instrumento del Estado?

Le percibo incómodo, como si Echeverría quisiera salir del tema a la brevedad posible. Quisiera transmitir a los lectores la sensación. ¿Hay arrepentimiento en sus palabras? No lo sé, prisa si, una verdad a medias, también lo siento. Me respondo y transcribo:

 

-          Sí. Eran policías disfrazados que habían estado en el régimen anterior enconchados en la policía del DF

Hace una pausa de pocos segundos que no interrumpo, obligándole a concluir

-          …y los jóvenes les pegaron y se pegaron recíprocamente. Fue todo

Las dos últimas palabras ya no tienen ninguna fuerza en decibeles. “Fue todo” se puede entender porque es fácil leer sus labios, pero se le ha acabado el aire.

-          Pero usted prometió una investigación ¿Qué no?

-          Sí, se hizo

Percibo que hay un gesto especial en la comisura de los labios. El ceño se frunce, de eso no me queda la menor duda. Quizás un investigador forense pudiera decirnos si esto revela una media verdad


 

En todo caso esto es lo que continúa respondiendo

-          Y a los…tres días le pedí la renuncia del jefe del Departamento y del Jefe de la policía y me dijeron ¿esa es la sanción? Les dije esa es la sanción, bajo mi responsabilidad. Eso fue…Eso fue

-          Se sintió a gusto con esa…

-          Yo sí.

-          …con esa decisión.

-          Se hablaba de masacre…

Hace un gesto de desaprobación, balancea la cabeza negando y continúa con la voz apagada Me pregunto si está tratando de convencerse a sí mismo de lo que la historia nos informa que pasó: que incluso llegaron a la Cruz Verde por los jóvenes, que ahí mismo los remataron o se los llevaron.

Pero ahora cuando termina el movimiento de su cabeza se ve en sus labios más que escucharse la sílaba Uta y luego, más claramente – Se dieron de golpes fuertes, de palos.

Murmura algo más, una palabra quizá pero no alcanzo a comprenderla, ahora sí ni leyendo sus labios y trato de continuar:

-          ¿No ordenó usted una investigación más profunda y…

Me interrumpe ahora él

-          La ordené inmediatamente y  en tres días llegamos a la conclusión de que había sido un exceso del gobierno del Distrito y de la policía del DF. Los cesé   

Continuamos conversando sobre su visita a Ciudad Universitaria y la pedrada que recibió. Esto le permite relajarse y continuar la entrevista que sería objeto de otros trabajos.

Junio 2014, Pilcaya, Guerrero

Las fotografías de Armando Lenin Salgado no son las únicas pero sí fueron las primeras en documentar una de  las masacres más dramáticas en la historia moderna contemporánea de México. Su publicación en la revista ¿Por qué? Ha permitido que haya una invaluable  fuente abierta para los investigadores.

Frecuentemente publicadas sin autorización, sin créditos y por supuesto sin un pago a su creador, algunas  fotografías están ahí dispersas en un álbum definitivamente incompleto o en algunas revistas que suelen encontrarse, aunque cada vez con menos frecuencia,  en las librerías de viejo de la calle de Donceles

El fotógrafo vive con penurias económicas, pero en medio de un paisaje sin más límites que el horizonte.

Junio 2014, San Jerónimo, al sur del Distrito Federal

Luis Echeverría Álvarez, de 92 años, es el único funcionario de importancia que ha sobrevivido entre los que tuvieron alguna responsabilidad en los hechos que han pasado a la historia con el neologismo mexicanista “halconazo”.

Términos como tercer mundo, disposiciones de su mandato como la Plataforma Marítima Continental o el asilo político a chilenos, le colocan en el lado positivo de la balanza, incluso hay quienes  lo ven como un personaje de veneración por haber hecho lucir la soberanía al rescatar de una muerte segura a víctimas potenciales de dictaduras militares

Se sabe que algunas veces visita a un gerontólogo,  quien sigue sorprendido por su buena salud en relación a su longevidad. Es el único ex presidente que en las últimas décadas no ha tenido actividad política o económica a pesar de que desde 2006 terminó el arraigo domiciliario por su presunta participación como secretario de gobernación en la matanza del dos de octubre de 1968 Luis Echeverría ha sido el presidente mexicano que más ha sobrevivido en aislamiento. Permanece sólo  en esa misma residencia donde nos concedió la entrevista que para fines prácticos equivale a un magnífico mausoleo

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